¿Qué es la gerontología
educativa?
La educación juega un papel
muy importante en la vida del ser humano, así como hay una educación para los
niños, que es la pedagogía, hay una educación para los adultos, que es la
andragogía y una educación para los adultos mayores, que es la gerogogía
como la ciencia y el arte de redescubrir todo el potencial humano en los adultos
mayores.
Fruto de una serie de
experiencias vividas a lo largo de su ciclo vital; que capacita al ser humano
como ser actuante de su propia educación.
La Gerogogía se basa en
cuatro supuestos, que tienen en cuenta el aprendiz adulto: El autoconcepto, la
experiencia, la disposición para aprender y las perspectivas y orientación del
aprendizaje
La gerogogía es una
oportunidad y un derecho que tiene el ser humano de interiorizarse
permanentemente en el qué hacer de su realización personal mediante un
conocimiento científico-preventivo de su ciclo vital integral.
El aprendizaje cumple no
sólo una función de adaptación biológica, si no que responde a la necesidad de
significar el mundo físico y social en el que vive. Esta nueva forma de
aprender exige, en los adultos mayores una toma de posición y una actitud
necesariamente activas.
En su educación se debe
tener en cuenta tres factores que socializan al adulto mayor a saber, lo
Sociocultural, lo Familiar y lo Individual. En lo sociocultural se encuentran
los estereotipos, prejuicios, cultura y época, que expresan hoy día, la
formación de una identidad para la vejez.
En lo familiar, la mayoría
tiende a vivir en condiciones de convivencia familiar, complejas y cambiantes,
que lleva muchas veces a una crisis en familia. El adulto mayor puede sentir
una pérdida de autoridad tradicional, desconcierto y queja ante sus cuidadores,
al compararse con el modelo de familia en que fue educado.
Con respecto a la dimensión
individual, referimos el análisis psicológico de estas dos influencias que se
plantearon, pero en cada individuo en particular.
Dice Gérard Mendel que “el
placer, el interés en lo que se hace, la motivación, dependen del poder que
tenemos sobre lo que hacemos. No tener poder, ser manipulado, dominado,
aplastado, conducen a la pasividad, al desinterés y, a la larga, a una
degradación psíquica y a una petrificación mortífera de la personalidad.
O bien desarrollamos poder
sobre nuestros actos, en nuestra vida privada, en nuestro trabajo, en la
sociedad, y tomamos iniciativas en la existencia, o bien nuestra personalidad
muere antes de nuestra muerte física”.
Conceptuamos el desarrollo
humano como un continuo devenir, como “ser haciéndose” en forma permanente. Esto
implica en cada persona la necesidad de adaptarse a situaciones nuevas a lo
largo de la vida.
Demanda ciertos ajustes y
reorientaciones, supone el abandono de modos anteriores de comportamientos,
derechos y obligaciones, lo cual exige un aprendizaje permanente.
Todas las personas aprenden
desde que nacen y a lo largo del transcurso de su vida, aprender es intrínseco
al género humano.
No solo la inteligencia y la
memoria intervienen en el proceso de aprendizaje, también hay otros factores.
Por lo tanto no se puede afirmar que a medida que las personas envejecen pierden
su capacidad de aprender.
En realidad la situación es
mucho más compleja de lo que parece y para aprender, en realidad se requiere de
determinadas habilidades y procedimientos y del uso de la experiencia como
fuente continua de datos.
Entonces debemos tener en
cuenta las capacidades naturales, el propio ritmo personal de aprendizaje, la
formación escolar, el ambiente en el que vivió, su trayectoria laboral, etc.
La Gerontología nos informa
que aquellas diferencias individuales se acrecientan con la edad, por lo cual se
debe individualizar el aprendizaje para que tenga significado.
En cuanto a la motivación
podemos decir que es igual que en las demás etapas de la vida y siempre está
relacionada con las necesidades del presente.
Entonces concluimos que cada
uno aprende con mayor o menor entusiasmo en la medida en que lo que se ofrece
tenga significación en su vida personal y en el contexto en que vive y actúa.
Las condiciones de
aprendizaje y los estímulos, más que la edad, son los que van a movilizar el
potencial de los mayores.
Un enfoque adecuado es lo
que facilita la conexión entre los nuevos conocimientos y los ya sabidos. Partir
de la experiencia vital favorece la incorporación de nuevos conocimientos,
siempre y cuando estos conocimientos sean coherentes con valores, creencias,
habilidades y hábitos que facilitan este proceso.
Mientras esté encendida la
llama de los sueños, este oficio de vivir será maravilloso.
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