Remembranzas, V

CASI UNA AUTOBIOGRAFIA... Te invito a sonreír un poco...



Nuestros maestros nunca mueren, viven siempre en el recuerdo de sus alumnos…

 Aquí debo hacer un reconocimiento a mis “nuevos” Maestros, un formidable cuadro
docente que encabezaba el insigne maestro J. Jesús Ruiz Aguilar, Director de 
este plantel. Quizás el primer Biólogo o uno de los primeros a nivel Nacional.

 Mención especial merece cada uno de los maestro que a continuación mencionaré:

 Bernabé  Godoy, matemático de primera. de quien recuerdo que al pasar al
pizarrón a demostrar un teorema nos temblaban las piernas. Además tenia un modo
muy peculiar de seleccionar  al compungido alumno que era el de hacer una
“bolita” con la secreción nasal llamado vulgarmente “moco”, y darle una forma
semi-esferica con las yemas de sus dedos pulgar e índice, y decía aparentemente
al azar…a ver ….a ver …tu!  Arrojando aquel proyectil que certeramente se
quedaba pegado en la frente de alguno de sus alumnos!…Y a temblar señor mío!!

 Dr. Nuñez Olvera maestro de química y encargado del servicio medico del alumnado
y de la planta de Maestros, ( que cuando nos desparasitaba no se
que polvos o medicina ponía en el tubo de  un bebedero común y único, para todo
el alumnado, lo que si se, es que nunca se presentaba ninguna parasitosis
intestinal en los casi 200 alumnos de aquel plantel (¿?) Por cierto que me dio
mucho gusto verlo hace unos 6 meses, y lo detuve, y me identifique como uno de
sus antiguos alumnos y lo felicite, pues se veía muy bien físicamente y lucido
como el siempre había sido.

 Jesús Delgadillo Arreola. Maestro de   física experimental.

 Lic. Roberto Sandoval, (El “Angelito” blanco) Maestro de historia y Literatura.

 Lic. Benitez, (El “Angelito negro) nos daba varias materias, y en cada prueba-examen que nos hacia, con varias preguntas, y al no terminar la prueba en la
hora que le correspondía, nos decía, “no se preocupen, llévense a su casa el
examen, y mañana me lo entregan.” Debo decir que todos pasábamos, pero, a todos
nos ponía una calificación que realmente merecíamos .

 Lic. Antonio Arguelles. Este maestro, merece todo un libro, pues era realmente
un gran maestro, nos impartía la clase de Civismo,  que era toda una cátedra, a
casi todo el alumnado le ponía de inmediato un apodo. Apodo que con el
transcurso de los años se nos quedaba. No podíamos a través de los años recordar
el nombre de un compañero pero al decirnos su apodo pues claro que de inmediato
lo reconocíamos!

 Era así su manera de ser que hasta a sus hijos les ponía apodos, recuerdo a una
pequeña hijita suya que la llamaba cariñosamente  “mariposa”. Y con
frecuencia la llevaba a clases.


Gran atleta, pues era un fanático de la barra horizontal y de las paralelas.

 Maestro Valdés Coria, entrenador de cultura física además de Biólogo y que en
cualquier momento podía sustituir a cualquier maestro. Agregado a eso era un
magnifico deportista pues el se encargaba de los equipos de Bolly Ball y  de
Baloncesto, en los cuales no teníamos rival, excepto el cuerpo del batallón de
infantería de la XXIII zona militar y de los alumnos de la escuela normal de
Xalisco. (enemigos acérrimos los de dicho plantel) y si ganábamos  al pasar
ellos por las instalaciones de la escuela no dejaban vidrio sano en los grandes
ventanales que se localizaban por la calle Veracruz pues siempre venían bien
provistos de pedacera de ladrillos y piedras en los camiones que los cañeros les
proporcionaban para venir a jugar, y pues nosotros nos defendíamos haciendo lo
mismo con ellos y los alcanzábamos en lo que era y es la subida rumbo a la cruz
de zacate utilizando el “parque” que ellos mismos traían y dejaban en su paso
por toda la calzada.  además de  una guerra verbal  a base de “cañeros” ellos y
nosotros “plataneros” y otras interjecciones no publicables… 

El
“Geógrafo”, maestro de apellido González que realmente sabia mucho, no nomás
geografía del estado o de México sino del mundo. Muy estricto en sus pruebas.


Teníamos como Prefecto a un Sr. de apellido Balderas, que por apodo se le
conocía como “El Pelicano”  sobrenombre muy bien puesto pues presentaba un
prognatismo exagerado. (prognatismo: proyeccion notable de la mandíbula)

 Un
maestro de “talleres”  el profesor Aguirre, que por las tardes nos impartía las
clases de  carpintería y hojalatería, el cual se dio el lujo de reprobarme por
mi incapacidad en la realización de los trabajos manuales, así  que tuve que
presentar un examen extraordinario que pase con 10. (Pues compre un candil de
hoja de lata en mas o buenas condiciones que acabe de doblar y con eso me paso.) 

El
maestro de música de nombre increíble pues se llamaba Manuel de los Palos. Y mas
increíble el nombre de su Sra. esposa pues se llamaba Sara Banda….
imagínense… Sara Banda  de Palos!

 La
maestra de ingles,  la Srita. Graciela Navarro, hija de un ilustre Lic. Everardo
Peña Navarro, acucioso historiador.

 Había un maestro que de momento se me va su nombre, el cual fungía como
secretario y además nos daba una clase de Dibujo Constructivo dicho maestro
presentaba en su cara dos “lobanillos” (Lipomas) que por ese motivo se gano a
pulso el apodo de el  “Bolitas.”

 El
“Che” era un señor de edad que era como un especie de conserje. 

Y
sin faltar de mencionar al Cocinero Don. Ramón y su Sra. Esposa y varias
ayudantes.

 Y
también una enfermera cuyo nombre se me escapa.

 Así
como Don Panchito  “El Marinero” y
nuestro Fígaro de lujo, quien se encargaba de cortarnos el pelo a la militar,
nuestro querido  Atilano Medina .

 En
el ultimo año que estudiamos en dicha escuela llego de la Ciudad de México, un
maestro de Educación Física, de apellido González, pero por su manera de entonar
las palabras y de hablar lo identificábamos con el remoquete de “Tepito”, cosa
que no le disgustó puesto que efectivamente había sido nacido y criado en dicho
barrio “bravo”.

 Era muy afecto a los albures y cuando nos llevaba a marchar sobre la Calzada de
la Cruz no faltaba en el anonimato de aquella abigarrada multitud de alumnos
quien le “aventara” una “trompetilla” al dar las ordenes de mando, a la cual el
aludido enseguida contestaba: “!Eso saco por andar con Uds.!”



Casi una leyenda (conociendo al “güero” Wilmer)

 En
la casa donde vivíamos por la calle Veracruz, entre lo que era la calle Herrera,
(hoy Insurgentes) y la calle Miñon, (hoy Antonio Rivas Mercado) enfrente vivía
una familia de apellido Rodríguez, por cierto que el hijo mayor de nombre Rigo,
perdió parte de su pie izquierdo en un accidente automovilístico y tenia 4 o 5
hermanas, la mama se llamaba Dña. Lola. viuda ella.

 Hacia el lado de la calle Herrera, vivía una Sra. Dña. María Gómez junto con su
hermano un Sr. de nombre José, que se ganaba la vida acarreando agua en dos
botes alcoholeros desde la “caja del agua” que quedaba al final de la Calzada de
la Cruz, y desde allá  los traía, mas de dos kilómetros  que con facilidad los
transportaba en un soporte que consistía en un palo que se ponía sobre su
fornidos hombros con un bote a cada lado. Era todo un atleta.

 Hijo de Dña. María  un joven larguirucho, semipecoso, de pelo rubio, conocido
como el “güero” Wilmer, que tenia fama de ser un “vaguillo” y que según decían
las malas lenguas había pisado en varias ocasiones la “preventiva” por pequeños
hurtos que nunca se le pudieron comprobar.

 La
mama, Dña. María vestía de una manera extravagante. Moda que copiaba de revistas
inglesas que le llegaban desde Londres y que ella misma confeccionaba, vestidos
largos, generalmente de tul de preferencia de colores claros, (ella era una
mujer guapa) que combinaba con sombrillas que hacían juego con toda su
indumentaria. Su calzado era por supuesto adornados por ella misma con moños y
aderezos. 


Esta dama era originaria de Mazatlán  donde conoció al que fue su esposo, un
súbdito ingles, héroe de la primera guerra mundial, que por méritos en acción
fue designado agregado en el consulado del Reino Unido con sede en el mismo
puerto de Mazatlán.


Al
cumplir su cometido y llegar a una determinada edad fue llamado a integrarse a
su país por ordenes de su Majestad el Rey Jorge VI, y según me contaba mi nuevo
amigo Enrique Wilmer Gómez, este llamado al retiro de su papa, y al tratar de
irse con su familia la Sra. María, no acepto de ninguna manera irse “al otro
lado del mundo” y pues desde entonces empezó a tener problemas de identidad
llegando desgraciadamente a la perdida de la razón.

 Y
como buen súbdito ingles…se fue. (Recuerdo que el güero Wilmer me decía que su
papa le comento ya para irse, que las ordenes no se discuten , se cumplen!)


Dejando a su esposa y a su hijo los  cuales se vinieron a refugiar con su único
familiar que vivía en Tepic su hermano  el Sr. Don. José  que por cierto tenia
un genio terrible.

 En
una ocasión que tuvo un disgusto con mi amigo el güero Wilmer, yo vi como
arrancaba de una barda un enorme adobe y se lo lanzo de banqueta a banqueta con
tan buena suerte y dada la agilidad de Enrique logro esquivar semejante
proyectil.

 Era lógico que nos hiciéramos amigos, dada la vecindad de domicilio y de ahí en
adelante fue un gran amigo de todos los que en aquel entonces estudiábamos en la
escuela  Secundaria, mas con lo que veníamos de Acaponeta, pues en dicha casa
que mi tío nos presto se juntaban a diario gran cantidad de estudiantes no
únicamente  de Acaponeta sino de varios municipios de la entidad.


Ahí empezó su afición por el canto, pues tenia a un auditorio “cautivo” y de
verdad se proyectaba como un magnifico barítono, tanto, que llego a concursar
años después en la “Hora Nacional” ganando el primer lugar.


Supe que había estudiado, que termino la secundaria y luego se gradúo de
maestro…lo que es el espíritu de superación! Y en parte me siento orgulloso de
haberle puesto el ejemplo del estudio todos nosotros  los de “esa época.” y de
ese barrio.

 Enrique Wilmer recibía periódicamente una determinada cantidad de dinero que su
padre le enviaba desde Inglaterra. El muchacho vago que nos encontramos al
llegar poco a poco se iba convirtiendo en un joven mas responsable, y claro,
afecto a las travesuras propias de nuestra edad.