En el amanecer de mi adolescencia, conocí al hombre de mi vida, a los 14 años. Hoy día, llevamos de estar casados 16 años e hicimos 6 años de novio.
Un día, 10 de junio de 1991, me confirman que voy a ser mamá, mi sueño por fin se cumpliría, sino que nadie se esperaba la sorpresa que me depararía el destino.
Así llegó el día tan esperado de recibir a mi bebé, una noche de verano de 1992 -10 de enero-, los calores y las contracciones, hizo que naciera mi primer pimpollo para alegrar nuestro hogar.
Llegó la hija tan soñada, única e irrepetible, como cualquier hijo: una niña especial con sindrome de Down. Mi bella niña que la llamo Sabrina, tu que hoy día eres la princesa de la casa.
En el año 1997, nos confirman nuevamente un nuevo embarazo, los miedos y temores, inundaron mi alma y debido a eso, permanecí 8 meses en cama. Nace por fin el tan ansiado varoncito. Matías, un niño normal.
Ha llegado nuestro segundo pimpollo para nuestro jardín del AMOR, dulce y suave como un capullo de algodón, crece sano y fuerte, con todos los cuidados.
En el 2003, aparecen síntomas de embarazo, se viene el tercero. Todo iba muy bien, un bebé que crecía normalmente, un día a los 8 meses de gestación, su pequeño corazoncito dejo de latir, y no me percate de ello.
Pasaron tres días y no se movía, la visite a la doctora y con estudios nos dimos cuenta que había fallecido, urgentemente para que no me pasará nada me realizaron una cesárea. La autopsia reveló que era una bebé de apariencia normal, y su deceso fue "muerte súbita en el vientre".
La tristeza, inundó mi alma, fue y será tan profundo el dolor, que me agobió, que caí en melancolía. Mi tan adorable esposo, me ayudo mucho para seguir adelante.
Con seguimiento de mi ginecóloga, y con cuidados me preparé para un nuevo embarazo, esperé dos años aproximadamente para ello por la cesárea, ya que era la segunda que tenía.
Al mes de embarazo, se me realiza una ecografía y observan que no es uno solo, pero siguen observando y nos confirman que son mellizos, siguen indagando y ven que son tres bolsitas una grande, una pequeña y una mediana.
El asombro fue enorme y emocionante, mi esposo quedó blanco, a mi me invadió alegrías y desconciertos. Los proyectos comenzaron a fluir.
La ilusión, de tener a tres a la vez, se empañó a los tres meses, cuando la ecografía delató que una bolsita estaba vacía, una había un feto de 5 semanas estacionado y un bebé evolucionaba normalmente, que luego se disolvieron solo. Saqué fuerzas no se de adonde y seguí adelante por el que quedaba.
Pasan los meses, y un día que volví del control, comencé con el trabajo de parto, faltaban días para los 8 meses, pero el quería salir, nació: otra piedra preciosa fruto de nuestro amor, brotaron sentimientos de desconcierto ante la noticia que era también un niño especial, con síndrome de Down.
Dios me dio la oportunidad de ser madre nuevamente y de brindar todo por él y sus hermanos, el tener un pequeño en mis brazos, acunarlo y cobijarlo.
Hijos que dan tantas alegrías y verlos crecer con fuerzas por nuestro amor, comprensión y mucho más para que se conviertan en ese jardín tan exótico que brotó de nuestra unión.
Por Alejandra Arellano
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