La persona cuyo cuerpo está relativamente libre de grandes tensiones manifestará el reflejo del orgasmo mientras esté tendido en la cama y respirando.
El individuo está tendido en la cama, con las rodillas dobladas para que sus pies tengan contacto con ella. La cabeza está echada hacia atrás, como para que no intervenga, por así decirlo. Los brazos caen a ambos flancos del cuerpo.
Cuando la respiración es fácil y profunda, y no hay tensiones musculares que bloqueen las ondas respiratorias cuando pasan a lo largo del cuerpo, la pelvis se mueve espontáneamente con cada respiración.
Se levanta al exhalar y se baja al inspirar. La cabeza se mueve en dirección contraria; se levanta al inspirar y baja al expirar. La garganta, sin embargo, se levanta o adelanta con la expiración.
Reich describió el reflejo como un movimiento en que se juntan los dos extremos del
cuerpo. Sin embargo, la cabeza no toma parte en este movimiento hacia adelante, sino que cae hacia atrás.
Si se imaginan extendidos los brazos también, el movimiento podría describirse como circular o rodeando algo. Se parece a la acción de una ameba que se moviese en torno a una partícula de alimento para apresarla y engolfarla.
Es una acción mucho más primitiva que la de mamar, en que la cabeza desempeña el papel más importante. La actividad de mamar está relacionada con la inspiración. Al inhalar, la cabeza va hacia adelante, y la garganta y la pelvis hacia atrás.
Este movimiento se llama "reflejo de orgasmo", porque se da en todos los orgasmos
plenos. Cuando el orgasmo es parcial, hay también algún movimiento involuntario de la pelvis, pero no interviene en él todo el cuerpo.
Y es lógico que este movimiento primitivo, basal, proteiforme, sea circular, que la ameba y el hombre, dos extremos en la cadena terrestre de la vida, compartan una mecánica instintiva común. Porque ambos están sometidos a la Ley de Vibración.
Debemos aclarar algo. El reflejo del orgasmo no es un orgasmo. Ocurre a un nivel bajo
de excitación y es un movimiento suave. Produce una sensación agradable de libertad y gusto interior. Denota la ausencia de tensión en el cuerpo.
El desarrollo del reflejo del orgasmo en la situación terapéutica no constituye garantía de que el paciente vaya a experimentar orgasmos sexuales plenos. Son dos situaciones radicalmente distintas. En el sexo, el nivel de excitación es muy alto, por lo que se hace más difícil la entrega completa.
Tiene uno que adquirir capacidad para tolerar este alto grado de excitación sin ponerse demasiado tenso o ansioso. Otra diferencia consiste en que la situación terapéutica tiene por objeto ayudar al paciente. El terapeuta está para servirlo.
Es distinto en la relación sexual en la cual la otra parte tiene interés personal y
presenta sus exigencias. No obstante es cierto que, si el individuo no es capaz de
entregarse al reflejo en el ambiente propicio del tratamiento terapéutico, no tendrá nada de probable que pueda hacerlo efectivamente en el contexto cargado de emociones y excitación del encuentro sexual.
Por este motivo, la terapia bioenergética no atribuye tanta importancia como hacía Reich al reflejo del orgasmo. No es que no sea importante ni que la terapia no se ocupe de su desarrollo, sino que hay que poner igual énfasis en la capacidad del paciente para soslayar la tensión a fin de que el reflejo funcione para él en la situación sexual.
Esto se logra haciendo que la carga fluya hasta sus piernas y pies, en cuyo caso el reflejo adopta un carácter distinto. ¿Comprenden ahora por qué en el ambiente, digamos, "espiritualista" es tan común –aunque muchos no puedan justificarla– la afirmación de que "nuestro cuerpo descarga (energía residual o negativa) por los pies?.
Cuando la carga se desplaza hacia arriba del suelo a la pelvis, añade un elemento
agresivo a la acción afectuosa. Apresurémonos a explicar que, para la Bioenergética,"agresivo" no significa "sádico", duro o egoísta, sino "yang", energético en un sentido
positivo.
Agresión, es la acepción que tiene esta palabra en la Teoría de la Personalidad,
denota capacidad para perseguir lo que uno desea. Es lo contrario de pasividad, que
significa esperar (yin) a que alguien le satisfaga a uno el deseo.
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