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Clase
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Terminología
Para manejar cierta terminología común, debe entenderse que para simplificar de aquí en más tenderé a hablar de "Umbanda" para generalizar –salvo expresa indicación en contrario– pero las distintas corrientes afrobrasileras no aceptarían sin protestar una reducción tan absurda.
En efecto, mientras por ejemplo la Umbanda –como veremos enseguida– es de muy reciente nacimiento, el Candomblé (de donde la popular palabra "camdombe", tan usual en Uruguay y Argentina para definir cierto ritmo musical, hace referencia a las "batucadas" o acompañamientos de tumbadoras y tambores que hacen el marco a esos ritos) conserva la más rancia estirpe indigenista africana. Mientras la Umbanda acude al "sincretismo", esto es, la identificación de sus deidades con la iconografía católica, el Candomblé sigue reverenciando el animismo de las piedras, el aire, el fuego, los árboles, el agua. Mientras la Umbanda ha girado hacia cierta formalidad institucional (publicaciones, escuelas de iniciación, congresos) y sus ritos reproducen muchos de los aspectos simplemente mistéricos y simbólicos de las religiones convencionales, en el Candomblé la fuerza primitiva, casi diríamos animal de la práctica se conserva casi en su pureza original. En Umbanda no se sacrifican animales (aun cuando ciertos oficiantes dicen hacerlo; esto tiene mucho que ver con la anarquía conceptual ue campea en esta creencia); en Candomblé es casi cotidiano.
Los umbandistas puros se vuelcan cada vez más a la devoción exclusiva de "orixás" (ya analizaremos el término), el Candomblé y cierto movimiento de raíces espúreas, la Quimbanda, centran su atención en los "exús" u otras entidades "inferiores".
La Umbanda reivindica hacer siempre exclusiva y solamente el bien: es, por lo tanto, una creencia moral. Quimbanda y Candomblé se encogen de hombros y dicen que, según la conveniencia del devoto que pide a su entidad, éstas pueden hacer tanto el bien como el mal; es fuertemente amoral (no inmoral). Antes de continuar, permítanme regresar al concepto respecto del cual debemos suponer que en estas prácticas "algo" sucede. He escrito que he asistido a muchas sesiones; lo allí visto refuerza mi convicción de que realmente en ocasiones ciertas entidades se hacen presentes, posesionándose o siendo incorporadas por los oficiantes.
Claro que en muchos más casos existe sólo el fraude, el oficiante que "representa" una posesión no sólo para obtener algo de los crédulos que asisten, sino también para realimentar su ego y su control sobre los fieles. Es cierto también que en ocasiones creo que existe lo que los propios umbandistas han llamado "encostamiento", y que podría semejarse al término cristiano de "obsesión": un "encostamiento" ocurre cuando la entidad toma "a medias" al "cavalho" u oficiante, y si bien en parte lo maneja y se expresa a través de éste, el individuo conserva cierto albedrío; luego recordará su "convivencia" con la entidad, y tendrá incluso cierta autoridad para permitir o no ciertas situaciones.
En la incorporación, en cambio, el oficiante es simplemente un instrumento, un títere de la entidad, y tras la experiencia, además de su confusión y agotamiento, no permanece ningún recuerdo.
Pero, ¿podría haber sido yo también engañado en esas sesiones?. ¿Podría haber perdido mi papel de "objetivo observador" y haberme dejado arrastrar por la excitación de
cánticos, penumbras, humo espeso?.
Uno es después de todo tan genéticamente similar a esos nativos milenarios que caían postrados de rodillas ante sus oficiantes que tal vez algo tocara algún botón en recónditos espacios de mi inconsciente colectivo y, después de todo,
uno "quisiera" que algo raro pasara. ¿Había hechos que me dieran objetivamente la
convicción de estar en presencia de una inteligencia exterior a los allí reunidos?.
Es cierto que en mis breves conversaciones con las entidades encarnadas, me han
dado información que el sujeto –o cualquiera de los concurrentes– no podía conocer por
otro conducto. Pero, parapsicólogo al fin, me basta con la telepatía, la clarividencia o la
premonición, fenómenos perfectamente tipificados, para explicarlos sin acudir a teorías
sobrenatureales de otra especie.
En realidad, deberé decir que mi convicción de que en ocasiones entidades ajenas a los
presentes se incorporan en presencia de éstos obedece a evidencias circunstanciales.
Queda claro que estoy convencido de que en la gran mayoría de los casos, nada extraño
realmente está pasando y sólo es el fraude, conciente o inconsciente. Pero, repito, en
ocasiones "ellos" (sean lo que dicen ser o algo sospechosamente distinto) allí están.
Recuerdo una experiencia. Ocurrió hace algunos años en esta misma ciudad donde
resido, cuando fuimos invitados a asistir a una sesión, casi familiar, donde un "exú" –
entidad de segundo orden– se incorporó en el dueño de casa. El mismo, un amante de los
animales, tenía varios –entre ellos una perra de bastantes años de edad– y hete aquí que
la entidad que se hizo presente (el exú "Tranca R úa") parecía ser también afecto a las
mascotas.
Pide entonces que le sea traído uno de esos animales (la sesión se realizaba a
puertas cerradas; las mascotas habían quedado todas aisladas en el patio trasero del
lugar) y entonces el hijo del dueño de casa, que hacía las veces de "cambón" ("ayudante")
busca a esa perra y la trae. Lo que me sorprendió es que el animal, no más ver a su amo,
metió la cola entre las patas, comenzó a gemir y se resistió, evidentemente asustado, a ser
llevado en presencia de aquél (si es que "aquél" seguía siendo su dueño en algo más que
cuerpo).
El "exú" la acarició, la abrazó, le dijo algunas palabras suaves y calmantes y luego
indicó que se la llevaran. Minutos después, cuando la entidad se había retirado y el hombre
regresó a su estado "normal", casi casualmente me acerqué a la puerta trasera de la
vivienda y la abrí, con la excusa de renovar el aire, dejando entrar a la perra que, entre
ladridos alegres y lengüetazos, se abalanzó sobre su dueño para festejarle.
¿Por qué el mismo animal apenas unos minutos antes estaba tan asustado y ahora no?.
¿Qué había de distinto?. Es cierto que el olor de cigarros y alcohol de su dueño –luego de
las libaciones practicadas por el "exú"– era fuerte, y su vestimenta roja llamativa, pero no
sólo el animal ya lo había visto en ese estado en otras ocasiones, sino que ahora, cuando
le saltaba y ladraba contento, el aspecto y el olor del amo era el mismo.
¿Cuál era la
variable?, pensaba yo. Y sólo se me ocurría una: antes, había supuestamente una entidad
incorporada. Ahora no.
Bien, entonces, admitida la probable existencia de estas entidades, ¿porqué su inclusión
en un curso sobre Autodefensa Psíquica?. Precisamente, por la "amoralidad" de ciertas
acciones según señaláramos líneas arriba. Vale decir que basta con que uno cualquiera de
nosotros sea tomado o visto como eventual opositor o contrincante por un devoto de estas
líneas, con aviesas intenciones, para que tenga en su haber la posibilidad de solicitar
"auxilio" en su cometido por parte de una de estas entidades.
Ciertamente, muchas veces
el pedido caerá en el vacío, la multitud de improvisados y estafadores en el umbanda y
otras líneas de culto, como dije, es muy alta. Pero baste con que sí haya para el caso que
nos ocupa veracidad en sus prácticas para que nos transformemos en eventuales víctimas
de sus acciones.
Agresiones que, provenientes de lo astral, se derramarán en todos los
ámbitos de nuestra vida cotidiana.
¿Cuál es la naturaleza de las entidades de estos cultos?. Principalmente, todos ellos son
"desencarnados" de un grado superior, personas alguna vez vivas que por el asaz de sus
circunstancias personales se vieron obligadas a cumplir en el "más allá" tareas que
trascienden a la de otros "espíritus".
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