Si
estás leyendo esto, es porque sin duda
ya tienes o estás pensando en tener un
perro.
El compartir con un perro es una experiencia
maravillosa. De cada uno depende que esta experiencia
se conviertan en una relación armónica
o conflictiva. El secreto se basa en el respeto
y comprensión de la naturaleza canina.
En una relación humana/canina, se produce
la asociación de dos especies de naturaleza
distinta, la primera un frugívoro arborícola,
la segunda un carnívoro corredor. Pero
ambos comparten una característica en
común: la de ser animales gregarios cooperativos.
Ambas especies tienden a ver a la otra parte
como un miembro de su propio género.
De este modo el humano comete el error de humanizar
al perro, mientras que el perro se comporta
con su familia de dos patas como si se trataran
de lobos adultos.
Es fácil comprender que quien debe poner
las cosas en su lugar es de los dos la especie
más inteligente, es decir el ser humano.
El perro es un lobo con características
infantiles. Este fenómeno es denominado
neotenia. A través del cual un animal
alcanza la madurez sexual conservando características
infantiles.
Dichas características infantiles son
más o menos evidentes dependiendo de
la raza de cada perro. Así los spitz
antiguos, tales como samoyedos, siberianos,
malamutes, etc., alcanzan una mayor madurez
que los pastores, labradores etc.
Esta condición de conservar características
infantiles los hace en cierta forma parecidos
a nosotros los humanos. El ser humano conserva
su capacidad de asombro, de juego, es decir
su capacidad de aprendizaje, durante toda su
vida. El lobo doméstico, es decir nuestros
perros, también es capaz de aprender
a lo largo de toda su vida.
Sin embargo existen diferencias en el lenguaje
gestual que dificultan muchas veces la comunicación.
Y existen diferencias en la capacidad de interpretar
los códigos de comunicación que
la dificultad más aún.
Es así que muchas veces los intentos
por educar un perro culminan con un rotundo
fracaso.
A lo largo de estas siete entregas que recibirás,
voy a darte algunos consejos para que puedas
llevar adelante lo mejor posible la tarea de
educar a tu cachorro. También voy a enumerar
los errores que no debes cometer, te los ejemplificaré
de manera simple y directa, y ten la seguridad
de que cuando llegues a la última entrega
tu idea acerca de los mecanismos de comprensión
de tu amigo de cuatro patas será mucho
más íntegra y plena.
Si pudiéramos prescindir de nuestra cultura
de comunicación verbal compleja, si pudiéramos
olvidarnos por un instante de la conformación
del oraciones, razonamientos estructurados,
y tesis, entonces podríamos comunicarnos
mucho más fácilmente con el perro
como lo hicieron nuestros antepasados hace doce
mil años. Pero la evolución de
nuestro sistema de comunicaciones se ha hecho
tan amplia y rica, que muchas veces nos juega
en contra cuando intentamos comunicarnos con
seres que poseen sistemas de recepción
de la comunicación más simples
y primitivos.
Debemos volver entonces a la capacidad de comunicación
instintiva de nuestros antepasados, esa capacidad
de expresarse, organizarse, hacerse entender
intuitivamente.
No es difícil cuando comprendemos los
mecanismos ya que todavía tenemos guardarlo
en lo profundo de nuestra memoria genética
todo ese material.
Debemos permitir que nuestro cerebro emita los
mensajes, no sólo a través de
las palabras, sino empleando toda la riqueza
comunicativa gestual. Esa expresión corporal
primitiva que permitía a nuestros antepasados
organizar su estructura social tribal de la
misma manera que les permite a los lobos organizar
las suyas propias.
Encontrarás que el dominio de estas técnicas
no sólo te ayudara a tener una relación
armónica, disfrutada y plena con tu mascota,
sino a comunicarte mejor con todo el mundo que
te rodea.
Espero que disfrutes de este curso.
Te mando un abrazo
Orlando Eijo
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