“Estamos
en el Sorocabana. Me gusta porque se parece
a algunos bares argentinos. Somos muchos los
que le encontramos el mismo encanto. Don Leopoldo
decía que el argentino se distinguía
en cualquier parte. Su modo de caminar, su desenvoltura,
su forma de vestir y en especial ese aire de
triunfador.
Yo también los distingo, pero al contrario
de Don Leopoldo no me caen simpáticos,
les rajo.
El café es grande con mesas redondas
de mármol, sillas con respaldo bajo y
circular, muy incómodas. Grandes ventanales
para ver la placita. Una gitana joven y bien
plantada cruza por el cantero. Los marineros
del Juana de Arco yiran por la 18. Levanto un
gajo de mis nalgas y me tiro un pedo silencioso.
El sol viene y se va. Viene y se va. Viene y
se va. La gitana chapó un gilito. Loo
Santy me lee un cartel que está en la
pared del café.
El café
brasileño es uno de los lazos de unión
que
ligan Uruguay a Brasil en la más fraternal
demostración
de amistad, Uruguayos tomad café Brasileño
por que
es el mejor y más sabroso.
En verdad es
bueno. Un uruguayo me dice que los brasileños
les robaron no sé cuánta tierra.
Los mozos tienen guardapolvo y gorrito blancos
con cinturón verde. Hay un viejo que
tiene mi misma costumbre: mira la mesa de costado
para descubrir algún resto de café,
chapa una servilletita y dale que dale, frunce
la boca y tira la servilletita. Ahora puede
tomarse el cafecito con tranquilidad. Lo que
son las cosas, nos parecemos en las manías
a pesar que él es un gentleman londinense
y yo un miembro del mau-mau.
-“Solo Ángeles”,
Pág. 63.64, 5ta edición, 1974
– Enrique Medina-
El café nos
reúne, Brasilero o Colombiano –depende
de los gustos-, sigue siendo una costumbre convocante,
en el Rió de la Plata. ¿Qué
te parece si lo charlamos mientras tomamos un
café?, y, en torno a las mesas de café
se mueven: negocios, romances, amistad, reencuentros,
charlas filosóficas, y hasta un deja-vou
después de la agotadora actividad diaria,
y, hasta la despedida de seres queridos.
El café,
potente afrodisíaco que estimula el cuarto
chakra, o chakra sentimental, ¿Por qué
no habría de reunirnos frente a él?.
Se puede tomar como
infusión, solo –llamado también
negro- para apreciar todo el potencial de su
sabor y perfume, o endulzado y con el agregado
de leche, crema, o algún licor; también
frió, con hielo y limón –como
refresco del verano-.
Su compañero
ideal son los “amaretis” –pequeños
bizcochos hechos con polvo de almendras-, o
porque no un “tostado” de jamón
y queso –sándwich de miga- versión
rioplatense del no menos famoso “croque-monsieur”,
y voila.
Hay deliciosas
recetas que lo incluyen en postres y comidas,
¿recorremos algunas?
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