Cuando nos comunicamos, no somos conscientes, de lo explicado anteriormente, y asumimos, que somos muy claros en lo que decimos y que el otro entendió claramente nuestro mensaje.
Lo que es más grave aún es nuestra actitud, un tanto satírica y hasta a veces ofensiva, cuando nuestro interlocutor, da signos de no haber entendido exacto, lo que para nosotros es tan obvio.
Es de esta manera que se producen todos los malos entendidos.
Déjeme ponerle un ejemplo:
Hace poco pedía a mi hijo que me hiciera algo, el me dijo
Que quieres poner cuando la persona cancela
A lo que yo conteste: muchas gracias por su compra
Él bastante molesto me dijo, pero como, si cancela como le vas a dar las gracias.
Fíjese bien, es una simple conversación cotidiana, donde yo asumía que cancelar se refiere al hecho de que la persona compra un determinado producto y paga por él.
Mientras que mi hijo muy por el contrario, se refería al hecho de que la persona se arrepiente y cancela o anula la compra.
Su molestia era, por que le parecía muy inadecuada mi respuesta, en la que pretendía dar las gracias por haber anulado dicha compra.
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