Busque un ambiente
tranquilo, aislado de ruidos, con temperatura
suave y luz tenue o penumbra. Si no es posible
aislarse de los ruidos utilice una música
suave y monótona de fondo para enmascararlos.
Póngase ropa cómoda y suelte,
con los pies descalzos y abrigados, y procure
no estar haciendo la digestión.
-Realice la relajación
acostado boca arriba sobre una superficie cómoda,
pero no excesivamente blanda, sin cruzar pies
ni brazos.
-Cierre los ojos.
-Tome el aire siempre
por la nariz.
-Cuando inhale,
concéntrese en el sonido que provoca
su propia inspiración. Aísle su
mente de todo lo demás.
-Durante la inspiración,
saque la barriga hacia afuera y el pecho se
expande.
-Expulse el aire
siempre por la boca.
-Cuando expire,
piense en una palabra-meta, como relax, calma
o cualquier otra similar que le pueda transmitir
una sensación de quietud.
-Durante la expiración
la barriga se mete hacia dentro.
-Tanto la inspiración
como la expiración deben ser suaves y
ligeras, sólo de vez en cuando (a instancia
de nuestra propia necesidad) se realizará
una inspiración algo más profunda.
-Progresivamente,
el ritmo respiratorio debe ser cada vez más
lento.
-Continúe
durante unos diez minutos hasta que su ritmo
respiratorio sea lento, suave y acompasado.
-Imagine ahora una
escena lo más agradable posible, tanto
si le ha pasado realmente como si se trata de
una fantasía, y procure que su visualización
sea lo más vívida posible. Disfrute
de ella tanto tiempo como quiera.
-Para finalizar,
inspire profundamente, llene a plena capacidad
sus pulmones.
-Repita esta operación
cinco veces.
-Abra los ojos lentamente
y espere un minuto antes de levantarse.
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