En Más allá del principio del placer, Freud distingue dos principios fundamentales:
El principio del placer y el de realidad.
El primero supone una búsqueda de lo placentero y una huída del dolor. En contraposición a éste, el principio de realidad subordina el placer al deber.
Cultura es el conjunto de normas restrictivas de los impulsos sexuales o agresivos para mantener un orden social.
Aunque en el mundo cultural haya valores positivos, como la exaltación de la convivencia, con sus múltiples relaciones sociales, o la producción y el goce del arte, son valores que provienen de una sublimación y por ende, a la renuncia de pulsiones libinidosas.
La subordinación del principio del placer al principio de realidad se lleva a cabo a través de un proceso psíquico denominado sublimación. Sin ella no existiría civilización. Sin civilización no existía lenguaje, o represión como lo llama Freud.
La idea de acontecimiento y experiencia en el arte, tiene la implicancia a saber, la adquisición de una subjetividad que se inscribe como posibilidad de un mundo diferente.
La experiencia del arte posibilita la manifestación de una libertad de la cultura como además una cultura de la libertad.
La obra de arte es experiencia, acontecimiento, es distancia, es representación en una posibilidad, es una percepción en la historia, es sensibilidad y acontecimiento.
El arte permite expresión de los deseos humanos elevándolos desde lo instintivo a la riqueza y legado de generación en generación y de centurias a centurias.
El arte humaniza.
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