Lo que puede obtenerse de Rehael.
Curación de las enfermedades. Misericordia divina para solucionar problemas.
Amor filial y amor paternal. Obediencia y respeto de los hijos para con los padres e
inferiores.
“Rehael; Dios que recibe a los pecadores”.
“Escuchad, Señor, apiádate de mí, acude en mi socorro”.
“Audivit Dominus, et misertus est mei; Dominus factus est meus adjuntor”.
“Rehael, Señor, haz que todo en mi vida sea como debe ser. Ayúdame para que no transfiera a otros mis problemas, mis compromisos. Dame fuerzas para que pueda realizar yo mismo mi tarea esencial, y no sienta el deseo de cargar sobre las espaldas de mis hijos mis propios deberes con la espiritualidad ”.
“Dame lucidez, Rehael, para tomar las decisiones que se imponen para descargarme de los negocios, propiedades, hábitos, y poder marchar libre de peso hacia empresas espirituales”.
“Necesito tu ayuda, Señor, para proceder al sacrificio de mis sentimientos y para
que mi razón acepte el tránsito a un mundo de valores nuevos”.
“Líbrame de la tentación, Señor, de dejar mi tarea para otra generación, haciendo que mis hijos vivan el deber que Tú me has impuesto”.
“Escucha mi plegaria, Eterno, y haz que hasta mí llegue el rayo de Tu suprema
lucidez”.
Genio número 40: Yeizael.
Lo que puede obtenerse de Yeizael:
Liberación de los prisioneros. Liberación de los enemigos. Consuelo en los
avatares de la vida. Inspiración de los condicionamientos interiores, de los vicios.
Posibilidad para los artistas y escritores de colocar sus obras.
“Yeizael; Dios que regocija”.
“¿Por qué, Eterno, rechazas mis plegarias, por qué ocultas Tu rostro?”.
“¿Ut quidam Domine repellis orationem meam; avertis facien tuam a me?”.
“Yeizael, despiértame, Señor, del sueño de la razón, fertiliza mi mente con los más puros anhelos, haz que pueda ofrecer a la sociedad que me rodea una visión equilibrada de Tu reino”.
“Permíteme, Yeizael, liberarme de los enemigos interiores y exteriores,
desprenderme de todo aquello que me mantiene prisionero en los niveles inferiores de tus mundos, a fin de que a través de mi alma pueda correr el mensaje que proclaman Tus Altos Hechos”.
“Y, cuando la fuente del Aleph mane de mis entrañas, mantenme, Señor, próximo a los Hombres, para que no vean en mí a un ser extraño, para que puedan escucharme confiados y ser, para ellos, canal hacia el eterno”.
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