Lo que puede obtenerse de Asaliah:
Elevación hacia Dios y ser el testimonio de Su Verdad. Conocimiento de la verdad
en filosofía y también en los engaños. Un comportamiento en todo momento justo.
Protección contra las inmoralidades y los escándalos.
“Asaliah: Dios justo que señala la Verdad ”.
“Son tus obras numerosas, Eterno. Las has hecho todas con sabiduría. La Tierra
está llena de tus bienes”.
“Quam magnificata sunt opera tuam Domine. Omnia insapientia fecisti, impleta et terra possesione tua”.
“Asaliah, Señor, yo ya estoy en la otra orilla. Con tu ayuda ya me alejo de la zona
oscura, abandono los castillos materiales y me adentro en tus tierras de promesas”.
“En un pasado lejano me has manipulado a tu antojo, he sido fiel marioneta y
después yo he querido estructurar el mundo de acuerdo con lo aprendido de Tu luz primordial”.
“Ahora, Señor, quiero que actuemos al unísono, Tu mano con mi mano, Tu soplo con mi impulso, y quiero que dejemos huellas para que los que vengan tras de mí encuentren el camino ya hecho y descubran los gestos y las palabras con las que crear”.
Genio número 48: Mihael.
Lo que puede obtenerse de Mihael:
Paz y armonía entre los esposos, amistad y fidelidad conyugal. Protección para los
que recurren a Él. Presentimientos e inspiraciones secretas sobre lo que ha de ocurrir.
“Mihael, Dios Padre socorrible”.
“El Eterno ha puesto en evidencia su fuerza salvadora y ante los pueblos ha
manifestado su justicia”.
“Notum fecit Dominus salutare suum; inconspectu geintium revela vit justitia suam”.
“Mihael, permíteme, Señor, transmitir la vida, haz que todo florezca a mi alrededor, y pon en mí la buena simiente para que aquello que en mí germina sea digno de los ojos del Eterno”.
“Quiero, Señor, que de mi oscurecimiento nazca Tu luz, que mi sacrificio se
transforme en fuente de vida”.
“Quiero que pongas en mis manos la vara mágica que descubre manantiales, para que pueda poner en la tierra árida de los humanos Tu divina agua, emanada de Tu fuego creador”.
Genio número 49: Vehuel.
Lo que puede obtenerse de Vehuel:
Consuelo en las penas y contrariedades. La iluminación divina. El descubrimiento
de una misión. El descubrimiento de los valores morales interiorizados. La generosidad y el desprendimiento de los poderosos. La contemplación de Dios.
“Vehuel: Dios grande y elevado”.
“El Eterno es grande y digno de loanza y su grandeza es insondable”.
“Magnus Dominus et laudabilis et magnitudinis ejus no est finis”.
“Señor Vehuel, vuelca mis aspiraciones hacia lo elevado, hacia lo que es noble; y digno de Tu Santo Nombre”.
“Permíteme, Señor, elevar hasta tu altura las criaturas que se acerquen a mí,
permíteme que sientan en mi aliento el sabor de la trascendencia”.
“Orienta mis pasos hacia las montañas y no hacia los valles, hacia las cimas
inaccesibles, más allá de las nubes, hacia el puro éter del cielo”.
“Haz que brillen en mí las virtudes, no para decorar con ellas mi vanidad, sino para testimonio, Señor, de Tu esplendorosa presencia”.
“No permitas que pueda ser aquél que con sus actos oscurezca Tu radiante
divinidad”.
Genio número 50: Daniel.
Lo que puede obtenerse de Daniel:
El consuelo y la misericordia de Dios. Remedio de todos los males. El perdón de
las injurias, de los pecados. El rejuvenecimiento, la recuperación de la gracia y de la
belleza. Una victoria moral. Una nueva ilusión de vivir. Salir de la confusión. Un renacer con una nueva esperanza.
“Daniel; el signo de las misericordias. El ángel de las confesiones”.
“El Eterno es misericordioso y compadeciente. Lento en la cólera y rico en
bondades”.
“Miserator et misericors Dominus longanimis et misericors”.
“Daniel, insufla en mí, Señor, la virtud de rejuvenecer con mi aliento los seres y las cosas. Haz que pueda revelar a los demás su potencial dormido y que yo represente para todos el nacimiento de una nueva ilusión”.
“Que gracias a mí descubran el frescor y la gracia de lo Eterno que yace en la piedra, y que les sea revelado al mismo tiempo el fulminante efecto de los recursos morales para cambiar situaciones aparentemente irremediables”.
“Que pueda, Señor, ser aquél que saca a los humanos de su indecisión, aquél que les descubre perspectivas, que los toma confiados en Tu justicia después que se hayan confesado, ante ellos mismos, sus errores”.
“Permite, Señor, que encuentren en mí consuelo tras duras etapas de adversidad y rigor”.
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