En el hogar, todos los miembros tienen personalidades diferentes, intereses diferentes, roles y funciones diferente, y en el caso de la disciplina, esto debe de tomarse en cuenta. Nunca es válido, que en el hogar, haya muchas personas que imponen la disciplina, esto es un error que debemos cuidar con vital importancia. En un hogar, donde son varios los personajes que actúan en el proceso de disciplina, terminan desvirtuando el objetivo principal, por sobre el cual se esta disciplinando.
Hay hogares donde castigan; los tíos, los primos, los hermanos mayores, los papas, los abuelos, y todo el que viva en casa. Pero, esto lejos de ser una solución, se convierte en un caos total, y la persona a quien el grupo familiar intentan cambiar, termina sintiéndose no querido, agredido, y no aceptado. Y la situación se agrava cuando el castigo se les hace colectivamente, es decir todos les castigan al mismo tiempo, uno le jala la oreja, el otro lo insulta, el otro le da una palmada y otro le da con la correa, etc.
Una o máximo dos personas, deben ser quienes deban siempre establecer la forma de disciplina, y quien lleve el peso de esa responsabilidad. La disciplina, no es un derecho, la disciplina es una obligación moral, y en el hogar solo uno o dos personas, son las que deben tener esa obligación, y para ello, deben ser las personas que realmente, tienen el peso de la autoridad sobre el hogar.
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