INVOCACIÓN A LOS SILFOS
Espíritu de luz, espíritu de sabiduría, rey increado, cuyo aliento da y recoge la forma de todos los seres: Tú, ante quien la vida de todo lo creado es una sombra cambiante y un vapor que pasa; tú, que subes a las nubes y que vas llevado por las alas de los vientos; tú, que respiras y así pueblas los espacios sin fin; tú, que aspiras y todo lo que de ti sale a ti vuelve. Movimiento sin fin en la estabilidad eterna, sé eternamente bendito. Nosotros te invocamos y bendecimos en el imperio de la luz creada, de las sombras, de los reflejos, y de las imágenes, y sin cesar aspiramos a tu
inmutable e imperecedera claridad. Deja llegar hasta nosotros la luz de tu inteligencia, el calor de tu amor. Entonces lo que es móvil será fijo, la sombra será un cuerpo, el espíritu del aire será un alma, el ensueño será una realidad. Y nosotros no seremos ya arroyados por la tormenta, pues
retendremos las bridas de los alados caballos de la aurora y dirigiremos la carrera de los vientos de la noche para volar ante tu presencia. !Oh suspiro creador de todos los seres¡ En el flujo y reflujo de tu palabra que es el Océano Divino del Movimiento, ¡protegednos!.
INVOCACIÓN A LOS GNOMOS
Rey invisible que has tomado la Tierra por sostén, que has abierto los abismos para henchirlos con
tu potencia; tú, cuyo nombre hace temblar las bóvedas del mundo; tú, que haces correr los siete
metales por las venas de la tierra; Monarca de las siete luces, remunerador de los obreros
subterráneos, llévanos al aire deseable y al reino de la claridad. Nosotros velamos y trabajamos sin
descanso, buscamos y esperamos por las trece piedras del Círculo Sagrado, por los tesoros que están
enterrados, por el clavo de imán que atraviesa el centro del mundo. Señor de la tierra: ensancha
nuestros pechos, levanta nuestras cabezas; engrandécenos. !Estabilidad y movimiento¡ !Día envuelto en
la noche¡ ¡Blancura perfecta! ¡Oscuridad velada por la luz! ¡Esplendor Dorado! ¡Corona de vivientes
y melodiosos diamantes! Tú, que llevas el cielo en tu dedo como una sortija de zafiro; tú, que
escondes bajo tierra, en el reino de la pedrería, la simiente maravillosa de las estrellas, vive,
reina y sé eterno
dispensador de las riquezas de las que nos hemos hecho guardianes.
!Ayúdanos¡
INVOCACIÓN A LAS SALAMANDRAS
Inefable e increado rey y padre de las llamas primeras, que eres llevado en el carro veloz de los
mundos que incesantemente giran; dominador de las etéreas inmensidades donde se levanta el trono
de tu sapiencia, desde cuya altura todo lo descubren tus ojos penetrantes y tus oídos benditos todo
lo oyen; atiende la invocación de quien amas desde el nacimiento de los siglos; porque tu áurea y
gran majestad, resplandece por encima del mundo, del cielo y de las estrellas, y sobre ellas te
levantas. ¡Oh fuego resplandeciente! Allí tu brillas y perduras en ti mismo, por tu propio esplendor
y salen de tu esencia inacabables arroyos de luz que nutren tu espíritu infinito. Este espíritu
infinito alimenta todas las cosas y hace este tesoro inagotable de substancia siempre dispuesta para
la generación que la elabora y que se apropian de las formas que tú te has infundido desde el
principio. De este espíritu toman también esos benditos gobernantes de tu reino que circundan tu trono
y que forman
tu corte. ¡Protector de los bienaventurados mortales e inmortales! Tú resguardas sustancias que
resultan maravillosamente semejantes a tu sabio pensamiento y a tu esencia venerable. Tu has
concedido superioridad a los elementales que anuncian al mundo tus verdades. Ardemos en la incesante
aspiración de poseerte; tú que enciendes la llama de la vida
!Bendícenos¡
INVOCACIÓN A LAS ONDINAS
Reina impetuosa y terrible del mar; tú que tienes las llaves d las cataratas del universo y que
encierras las aguas subterráneas en las profundidades de la tierra; Reina del diluvio y de las
lluvias de Primavera y de las aguas torrenciales; tú, que abres los manantiales de los ríos y de las
fuentes; Tú, que mandas a la humedad, que equivale a la sangre de la tierra, se transforme en savia
de las plantas, te invocamos, A nosotros, que somos móviles e inestables criaturas, háblanos en
medio de las grandes conmociones del mar y temblaremos ante tu voz, háblanos en el murmullo de las
aguas límpidas y ansiaremos el amor de tus manos. ¡Oh inmensidad, en la cual van a perderse todos
los ríos del ser, que incesantemente renacen en ti! Profundidad que te exhalas a las alturas,
condúcenos a la verdadera vida por la inteligencia y el amor, llévanos a la vida por los caminos
ocultos !Guíanos¡
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