La humildad, es un factor muy importante para traer felicidad a la familia, muchas veces estamos en un hogar donde hay amor, pero hay mucha infelicidad porque hay lazos de orgullo entre sus miembros, y aunque se aman, lamentablemente entre ellos no hay quien intente doblegar de vez en cuando para que todos sean felices; sino que el orgullo de uno y de otro, al final terminan humillando a los demás, y causando heridas, que muchas veces son muy difíciles de sanar.
Es vital y fundamental aprender a tener humildad, para todo en la vida; tener humildad para permitirle a otras personas que opinen acerca de lo que estamos haciendo mal, hay que tener humildad para reconocer nuestros propios errores, y hay que tener humildad también, para opinar acerca de los errores de los demás, cuando no hay humildad para estas cosas tan sencillas de la vida, terminamos haciendo cosas que son muy dolorosas a nuestra familia, y a veces hasta cosas, que son profundamente difíciles de perdonar.
La humildad, muchas veces es como un bálsamo que alegra al corazón, hasta cuando se está haciendo un reclamo con humildad es muy especial. A veces la gente no acepta corrección, consejo, u opiniones, no es porque no las desee o valore, sino porque muchas veces la persona que lo hace, es una persona altamente hiriente, no sabe corregir sin herir a los otros.
También se requiere humildad, es para saber vivir en familia, respetando la individualidad de cada uno, sin usar competencias entre los miembros ni intentar ninguno de ellos ser mejor que los demás, sino apreciando las cosas buenas de cada cual, auque seamos distintos, debemos aprender a convivir con nuestras diferencias, y aprender a ser humildes.
Muchas veces, también es necesario tener humildad para los momentos en que se necesitan tomar acciones, puesto que muchas veces entre las personas hay choques fundamentales, porque hay personas que siempre creen tener la solución, la respuesta correcta, la mejor opción, en fin, siempre quiere sobresalir entre los demás, y todas estas cosas siempre afectan a la familia, y sobretodo afecta muy radicalmente al matrimonio, cuando alguno de los conyugues carece de humildad en muchos de los aspectos de su vida.
La convivencia familiar, se hace notablemente difícil, cuando hay que vivir al lado de alguien que no es humilde, que siempre quiere tener la razón, que no acepta consejos, que no admite sus errores, que no sabe decir las cosas erradas sin herir, o cae en cualquiera de las acciones concebidas como falta de humildad. Peor aún, el riesgo de tener un matrimonio infeliz, aumenta el doblemente, si ambos conyugues carecen de la humildad necesaria para poder convivir.
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