Muchas veces no entendemos por qué nuestros hijos no están motivados hacia los estudios, pero se lo contamos a un amigo, a nuestra pareja o a un profesional de la psicopedagogía y nos encontramos con que nos dice que el problema está en nosotros. Otras veces, no nos paramos a pensar que puede que nuestros hijos estén estresados con tantas actividades extraescolares; o que les estemos transmitiendo parte de nuestro propio estrés y preocupaciones.
Cuando los niños son pequeños es fácil saber cómo están en todo momento, pero a partir de la adolescencia no es tan fácil. ¿Qué hacemos entonces?
Tanto en mi trabajo como coordinadora de los gabinetes psicopedagógicos Fácilmente, como el que realizo en internet en Psicopedagogía en casa, lo que más me resulta para conocer el estado anímico de un niño o adolescente es invitarlo a participar en actividades que le hagan tomar contacto con sus emociones, como juegos de mesa, dinámicas o películas.
Ejercicio práctico:
Pregunta a tu hijo o hija cuáles de tus amigos o familiares adultos le caen mejor y organiza un desayuno con dulces, tortitas y cosas por el estilo. Durante el transcurso del mismo, comparte con tus amigos anécdotas acerca de qué resultados obtenían ustedes cuando eran estudiantes, sin moralinas, sino como si estuvieses sólo con adultos.
Presta atención a las reacciones y comentarios de tu hijo o hija, ya que te aportarán muchas claves útiles.
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