Para esta lección
estamos utilizando y aprovechando un texto del
Profesional Luis Angel Gonzalez que hemos recibido
en nuestra lista de correo, respetando totalmente
su redacción, estructura y presentación;
consideramos totalmente acertada esta exposición
acerca del tema y además cumple con nuestras
condiciones de claridad, objetividad, pragmatismo
y sencillez, parámetros que hemos intentado
en cada uno de los pasos anteriores y que son
fundamentales en la estructura de este trabajo.
EL
OPTIMISMO
Base fundamental indispensable para cualquier
proceso de Superación
Dos hombres intentan
escalar la cumbre de una alta elevación,
ambos disponen de los avíos necesarios.
Aparentemente están en igualdad de condiciones.
Pero, sólo uno llegará a la cima,
lleva consigo un poder superior que lo pone
en ventaja....
La
Fuerza del OPTIMISMO
En el curso de
la historia de la humanidad, los diferentes
pueblos y culturas han engendrado hombres que
de diversas maneras sobresalieron por encima
de sus contemporáneos. Muchos de sus
nombres aparecen en los diccionarios enciclopédicos
o en obras literarias, porque todos hicieron
algo que los hizo trascender y pasar a la posteridad
como triunfadores. Hablo de profetas, científicos,
artistas, inventores, deportistas, políticos,
estadistas, líderes...
Estos personajes,
admirados a través de los tiempos, no
sólo alimentaron un sueño, sino
que estuvieron convencidos de poder realizarlo
y decidieron no desmayar en el empeño.
Se sabe que una fuerza superior les empujaba
cuando ascendieron por las cuestas escarpadas
de la vida y, cual luz divina, les iluminaba
los caminos más oscuros: EL OPTIMISMO.
Uno de los secretos
de los triunfadores es, sin dudas, cultivar
el optimismo. Cuando lo han incorporado definitivamente
a su manera de actuar, siempre han estado cargados
de ánimo, con buena disposición
y marcados por una firmeza a toda prueba.
Mas, ¿qué es, justamente, este
término tan repetido y necesitado por
todos? Se trata de un sistema filosófico
que atribuye al universo la mayor perfección
posible como obra de un ser infinitamente perfecto.
También se entiende como la propensión
a ver y juzgar las cosas bajo el aspecto más
favorable, acoger siempre la arista positiva
de la realidad y cultivar la certeza de que
es posible alcanzar los objetivos, sin espacio
para el desánimo.
No se adquiere
el optimismo como un botín de guerra,
quitándoselo a otros después de
cierta contienda; no es posible mediante el
estudio al leer una vasta enciclopedia, como
si fuese cultura y conocimientos; tampoco puede
salirse a buscar como se busca y se encuentra
cualquier mercancía o cogerlo como a
la fruta de un árbol; nunca un ladrón
ha podido robarlo, por muy hábil que
haya sido. Sólo crece en el interior
de cada quien. Hay que cultivarlo en el terreno
fecundo del alma humana y su fruto depende,
exclusivamente, de la voluntad.
El optimismo implica
una fuerza superior en el hombre, le da la seguridad
de que puede, de que es posible cualquier empeño
por difícil que sea. Cuando actuamos
con optimismo es menos probable que alguien
nos frene o que algo nos amilane, porque, pese
a los escollos, no renunciamos al fin propuesto
y, en consecuencia, lo obtenemos.
Las personas impregnadas
en esa cualidad tienen más posibilidades
de éxito, porque el éxito comienza
con la voluntad, con la seguridad en sí
mismo. Esta confianza en lo propio no consiste
en pensar que somos más, sabemos más
o estamos por encima de todos, sino en creer
que podemos llegar a ser tanto como se desee.
Si usted considera que está vencido,
ya lo está, pues la predisposición
a fallar lo hace vulnerable psicológica
y físicamente. En cambio, si cree que
puede, si se siente seguro de que puede, podrá.
Es cierto que cualquiera
pierde una batalla, pero el optimista nunca
la pierde antes de echarla. Incluso, cuando
ocurre lo peor, piensa que es mejor perder una
vez que seguir perdiendo; entonces intenta,
ante todo, prepararse para la próxima
ocasión, en la que tratará de
recuperar lo perdido o alcanzar lo propuesto.
En el extremo contrario
están los pesimistas, a quienes cualquier
objetivo, aunque sencillo, les resulta inalcanzable.
Ellos mismos lo convierten en inalcanzable desde
el instante en que se sienten incapaces de lograrlo.
Al ver el día oscuro, no proceden ni
hacen el esfuerzo, sin imaginar que el triunfo
puede estar a la vuelta de la esquina, pero
no vendrá nunca a nosotros, se impone
ir en pos de él.
Dos hombres intentan
escalar la cumbre de una elevación. Ambos
llevan sogas, garfios, piolets y alimentos energéticos.
Están, aparentemente, en igualdad de
condiciones. ¿A cuál podemos apostar
como posible ganador? A quien, además
de los avíos, lleva consigo la certeza
de que llegará a la cima: al optimista.
Porque su estado anímico le otorga una
predisposición favorable que lo pone
en ventaja.
La persona optimista
es más propensa a insistir hasta abrazar
el fin anhelado.
La vida no nos debe
nada, todo lo que el hombre recibe de ella lo
ha de conquistar. Para ello debemos contar con
nuestras propias fuerzas, sean físicas
o espirituales, y si aparece un golpe de suerte,
acogerlo como a un amable colaborador. Mas,
el que pretenda mucho y aspira a salir vencedor,
ha de empezar por fortalecerse, teniendo como
premisa que la fuerza propia es la única
arma que jamás le fallará. Esa
fuerza bien puede ser EL OPTIMISMO.
No pocas veces los
infortunios conspiran contra el ánimo
y llegan hasta lograr que perdamos las esperanzas.
Para crecer ante el abatimiento, es importante
considerar que nadie tiene un problema que no
haya sido antes de otro y resuelto por otro.
Hay que partir siempre de la idea de que lo
resolveremos, no importa si en ese momento desconocemos
cómo o cuándo. Lo importante es
estar convencido de que existe una salida y
la encontraremos. Reflexione, si algún
problema carece de solución, deja de
serlo.
Quienes disponen
de una voluntad emprendedora suelen encontrar
en otros, que hicieron realidad sus propósitos,
una verdadera inspiración y alimentan
así el optimismo. Esto es: "si ellos
pudieron, yo también". Pero, el
que lo hizo primero necesitó de una firmeza
mayor que le permitió asegurar: "
aunque nadie lo ha logrado, yo lo haré".
Esta disposición estuvo cargada de optimismo,
evidentemente.
LA
PERSEVERANCIA, UNA GRAN ALIADA
El que persevera
triunfa, reza un conocido proverbio. A pesar
de repetirse desde tiempos inmemoriales y resultar
manida, en la actualidad, la sabia afirmación
mantiene el valor de la primera vez. No sólo
se ha hecho realidad en infinidad de ocasiones,
sino que cada día aparecen nuevos ejemplos
de su irrefutable verdad. El optimismo va de
la mano con la perseverancia, tal es así
que jamás se desalienta el que está
convencido de que ha de dar en el blanco, aunque
para ello precise de varios intentos.
La persona optimista
es más propensa a insistir hasta abrazar
el fin anhelado. ¿Sabe alguien cuántos
sueños hubo el hombre de alcanzar sólo
después de una perseverancia sostenida?
Muchos, porque muchas son las cosas, en la vida,
que desafían constantemente nuestras
capacidades y deseos y, además de obligarnos
a repetir la acción, exigen un esfuerzo
mayor cada vez. Aquel que sepa que lo difícil
es sólo difícil y no imposible,
está más propenso a llevarse el
éxito.
Miremos al mundo
de frente y digámosle: "tengo derecho
a todo lo que deseo, deseo lo que puedo y quiero
conseguir". Las victorias no las recibe
siempre quien más las merece, sino el
que las sabe buscar con más insistencia.
A propósito, dice un poema: muchos fracasos
suelen acontecer \ aun pudiendo vencer de haber
perseverado
Claro, ante todo, debemos ser objetivos y no
alimentar meras ilusiones. Es desaconsejable
trazarse metas que estén demasiado lejos
de las posibilidades reales de cada cual. Es
preferible ir consiguiendo pequeñas victorias
en los objetivos que nos proponemos y, con el
tiempo, aumentar las aspiraciones, paso a paso,
con serenidad y juicio. El secreto estriba en
no rendirse, aunque el paso sea lento.
En infinidad de
ejemplos, la diferencia entre un triunfador
y un perdedor radica en que el primero se levantó
una vez más que el segundo y lo hizo
por creer que su aspiración aún
podía convertirse en un hecho.
Hay dos grandes
verdades, la primera: el hombre se derrumba
muy fácilmente; la segunda: precisa de
muy poco para enderezarse y proseguir, basta
la voluntad y el deseo. La garantía está
en dar la espalda a la sombra y volver el rostro
a la luz, siempre a la luz. He aquí la
premisa del OPTIMISMO.
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