Todo en la vida tiene al menos dos caras. Por eso la gente discute.
Con nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos sucede algo parecido a lo que sucede con los rumores. Si las repetimos una suficiente cantidad de veces, termina siendo real. Por eso, de vez en cuando, lo mejor que podemos hacer por nosotros es dudar de nuestra idea de nosotros. Dudar es un recurso fantástico, ¿qué duda le cabe?
A continuación:
Niegue todo lo que escribió en su informe.
Niegue absolutamente todo y fíjese cómo este nuevo relato lo hace sentir.
En mi ejemplo, el informe quedaría como sigue:
"Nunca me pongo nervioso ante una entrevista de trabajo.
No Puedo confundir la hora de la cita, NO puedo olvidar mencionar NINGÚN dato importante de mi trayectoria, NO puedo llevarme por delante NINGÚN objeto NI hacer el ridículo. NADA DE esto me hace sentir torpe y NO concluyo en que difícilmente lograré avanzar.
Otros, en cambio, parecen tener dificultades: NO hacen nada bien NI fácilmente. NO Se expresan correctamente, NO miran NI escuchan con atención, NO mantienen la lucidez NI el aplomo y NO dejan ninguna fantástica impresión en los demás"
La pregunta que cabe es: ¿Es esto lo que busco realmente? Si busco algo tan perfecto, entonces, ¡pobrecito éste personaje de mis desvelos!. Verdaderamente, ¿es éste mi ideal? ¿es esto lo que admiro? Si confeccioné mi informe según mis deseos de cambio y según mi admiración por una conducta ajena, esto revela que aspiro a convertirme en un verdadero pedante, ¿verdad? Usted podría estar corriendo un riesgo parecido con su informe. Por lo tanto, habrá que tener cuidado con los ideales y habrá que cuidar especialmente la manera de expresarse, atender al diálogo interior. De momento, lo que queda por hacer es "humanizar al ideal" para traerlo al plano de la realidad.
Lo perfecto es enemigo de lo posible. Acerquémonos pues, a lo posible con el ejercicio siguiente.
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