Reparar una grieta en
la pared es un trabajo muy sencillo, pero si acudes a un especialista o a una
empresa es probable que te resulte muy caro, sobre todo si no se tiene
experiencia, pueden cobrarte una cifra muy abultada por una tarea fácil de
realizar.
Con algunas
herramientas básicas, materiales de ferretería y algo de ingenio, esa pared rota
puede solucionarse con pocos gastos.
Antes de hacer la
reparación, hay que golpear la grieta para desprender el material inestable y
observar qué tan grande es el hueco.
Si el agujero es
pequeño (se calculan hasta 15 mm.), lo ideal es taparlo con enduído en pasta,
con una espátula en un solo movimiento, esperar que se seque completamente
(aproximadamente 24 horas) y lijarlo con lija fina para que quede prolijo
respecto al resto de la superficie.
En cambio si la grieta
es profunda y ancha, habrá que usar una mezcla de arena y cemento.
De este modo hará falta
una cuchara de albañil y en un balde mezclar ocho partes de arena con una de
porland.
Con cuidado pero con
firmeza hay que golpear el concreto a ambos lados de la grieta para desprender
el material suelto y agrandar la superficie de adherencia.
Prepara la mezcla en un
balde y agregarle agua, mientras se revuelve hasta obtener una pasta de
consistencia intermedia (ni demasiado líquida, ni demasiado espesa).
Luego, hay que mojar la
pared, tomar una cucharada de mezcla, esparcirla contra la grieta para que se
adhiera y hundirla sobre el hueco, utilizando la parte plana de la cuchara.
Este procedimiento debe
hacerse hasta haber rellenado toda la grieta.
Con la misma cuchara,
tratar de que quede lo más liso posible quitando los excedentes y esperar 24
horas el secado.
Posteriormente, se toma
una lija para dar un acabado prolijo y se pinta toda la pared en la que se
realizó el remiendo.
Vale recordar que es
necesario esperar días de buen tiempo, en lo preferible secos, para realizar
este tipo de reparaciones ya que la humedad juega en contra de cualquier arreglo
que se realice en un pared.