La investigación no es la primera en encontrar este vínculo, sostiene el Dr.
Irwin Goldstein, director de medicina sexual del Hospital Alvarado en San Diego
y profesor de cirugía de la Universidad de California, San Diego. De hecho, él
ha vuelto a encontrar evidencias de este vínculo.
El nuevo estudio, dice Goldstein, arroja “más evidencia de que cuando juegas con
hormonas, juegas también con tu vida sexual”.
El estudio ha sido publicado en el Journal de Sexual Medicine, en donde
Goldstein trabaja como editor en jefe.
“En general, nos
anticonceptivos hormonales son bien tolerados y son el mejor
método no invasivo para prevenir el embarazo”, dice el coautor del estudio, el
Dr. Harald Seeger, investigador de Hospital Universitario Tuebingen en Alemania.
El especialista afirma que el estudio ha encontrado un vínculo, no causa-efecto,
y que muchos otros factores entran en juego que pueden contribuir al desarrollo
de problemas sexuales.
El equipo de investigación alemán evaluó a 1.086 mujeres, la mayoría en
relaciones estables con la misma persona en los seis meses previos a responder
las preguntas sobre su funcionamiento sexual y sus prácticas anticonceptivas.
Usando un índice estándar para medir la función sexual femenina, los
investigadores descubrieron que el 33 por ciento de las mujeres corrían riesgos
de padecer disfunción sexual femenina. Los problemas involucraban un amplio
número de factores, como ausencia de orgasmo, deseo, satisfacción, excitación, y
lubricación.
La mayoría de las mujeres (87 por ciento) había usado anticonceptivos en los
últimos seis meses, y más del 97 por ciento habían estado sexualmente activas en
las últimas cuatro semanas.
Los anticonceptivos orales fueron los más populares, usados por el 69,5 por
ciento de las mujeres, seguidos por los condones (22,5 por ciento), y el anillo
anticonceptivo vaginal (7,3 por ciento). Otras mujeres usaron implantes
anticonceptivos, métodos intrauterinos, y otros métodos.
Los investigadores luego se concentraron en la clase de anticoncepción y en el
funcionamiento sexual, excluyendo a 11 mujeres que usaron más de un tipo.
Las mujeres que usaron anticonceptivos no hormonales (como son los condones),
tenían el riesgo más bajo de disfunción sexual.
Las que les seguían con menos
riesgo eran aquellas que no usaron control de natalidad, según el estudio. Y las
que tenían el mayor riesgo eran la que usaban anticonceptivos hormonales no
orales, seguidos por aquellas que usaban anticonceptivos hormonales orales.
Cuando los investigadores echaron un vistazo a los parámetros de deseo y
excitación, ambos grupos hormonales presentaron los riesgos más elevados.
“Nuestra información mostró que la anticoncepción oral en particular estaba
asociada a una disminución del deseo y la capacidad de excitación en comparación
con otros métodos anticonceptivos”, concluyeron los autores del estudio.
Los investigadores no pueden explicar el vínculo, pero una posibilidad es que se
ha encontrado que los anticonceptivos orales reducen los niveles circulantes de
andrógenos, posiblemente conduciendo a niveles circulantes más bajos de
testosterona, necesarios para disparar el deseo.
Los investigadores, asimismo, encontraron factores que afectan el funcionamiento
sexual, incluyendo el estrés, que tiene una relación con la disminución del
deseo; y la estabilidad de la relación, que está relacionada con un mayor número
de orgasmos pero a una disminución del deseo, al menos en el corto plazo.
Denise Bradley, vocera de Teva Pharmaceuticals, fabricante de anticonceptivos
orales, dijo que la compañía no tenía comentarios que hacer.
Goldstein dijo que el nuevo estudio señala la necesidad de que los médicos
adviertan a sus pacientes sobre las posibles disfunciones sexuales consecuentes
del uso de anticonceptivos.
“Desde mi punto de vista,es más que evidente que los
especialistas deberían tomarse un minuto para decirle a sus pacientes que si
quieren usar métodos de anticoncepción, como la píldora, su vida sexual podría
verse afectada”.