Quienquiera que haya inventado el término “mal necesario” posiblemente haya estado hablando del dolor. Desde luego, nadie quiere sentirlo, pero es la forma que el cuerpo tiene de decirnos que algo está mal.
Seguramente conoces demasiado a tu cuerpo como para saber si el dolor es simplemente una molestia, tal vez el resultado de mover un mueble uno o dos días antes o comer esa tercera porción de tortilla española.
No obstante, es síntoma de algo más serio cuando se produce el siguiente diálogo interno:
- “Ok, no es algo con lo que pueda andar jugando.”
- “Pero no puedo perderme esta cita…”
- “¿Y cuántas citas voy a perderme si acaso llegara a terminar en el hospital?”
- “Voy a esperar un día más.”
- Etcétera.
Lo que necesitas es una guía para comprender qué dolores no pueden ser ignorados y por qué. Desde luego, siempre que exista una duda, acude a tu médico de confianza.
El peor dolor de cabeza de tu vida
Busca atención médica inmediatamente. Si tienes un resfrío y te duele la cabeza, puede ser algo normal. No obstante, podría también tratarse de una hemorragia o un tumor cerebral.
Con cualquier dolor que tengas en la cabeza, a menos que conozcas indudablemente su causa, debes hacerte revisar por un médico.
La experiencia dice que cuando alguien dice que está padeciendo el peor dolor de cabeza de su vida, las probabilidades de que se trate de un síntoma clásico de aneurisma cerebral son grandes. En consecuencia, dirígete inmediatamente a una sale de emergencias.
Dolor o malestar en el pecho, garganta, mandíbula, hombro, brazo o abdomen
El dolor en el pecho puede ser indicador de una neumonía o de un ataque cardíaco. Pero cuidado: las patologías cardíacas suelen aparecer en forma de malestar y no de dolor.
No esperes a que la molestia se transforme en dolor. Los pacientes cardíacos suelen hablar de presión. Aprietan su puño y lo llevan contra su pecho o dicen que es como si un elefante estuviera sentado sobre el tórax.
El malestar asociado al ataque cardíaco también puede producirse en la parte superior del pecho, la garganta, mandíbula, hombro y brazo izquierdo, o abdomen, y podría venir acompañado de náuseas.
Si una persona tiene un malestar inexplicable y persistente en el pecho, no debe hacer esperar su consulta al médico. Con frecuencia, las demoras se producen porque se hace una mala lectura de los síntomas, creyendo que se trata de un ardor estomacal o de un dolor gastrointestinal.
Llama a emergencias o dirígete a un servicio de guardia médica o a un consultorio médico. Si resultara ser algo más —y aun si no lo fuera—, habrás actuado en forma adecuada.
Al mismo tiempo, la experimentación de malestar intermitente debe ser tomada con la misma seriedad. Podría tratarse de un patrón, como una incomodidad relacionada a la excitación, a un malestar emocional, o a un esfuerzo.
Por ejemplo, si lo experimentas cuando estás haciendo tus labores de jardinería, pero se va ni bien te sientas, entonces se trata de una angina. Ésta suele ser más severa en climas fríos o calurosos.
Los signos de malestar en las mujeres pueden ser más sutiles. En este sentido, la enfermedad cardíaca puede enmascararse en forma de síntomas gastrointestinales, como hinchazón, dolor gástrico, o malestar en el abdomen.
También suele estar asociada al sentimiento de cansancio. Los riesgos de infarto aumentan drásticamente después de la menopausia. Aunque el riesgo suele ser más alto en hombres en cualquier edad, hay mayor mortalidad a causa de infartos en las mujeres.
En consecuencia, las mujeres y sus doctores deben estar siempre con los ojos bien abiertos.
Dolor en la parte baja de la espalda o entre los omóplatos
Por lo general, se tratará de artritis. Sin embargo, unos de los peligros es la disección aórtica, que puede aparecer en forma de molestia o dolor repentinos.
Las personas en riesgo suelen presentar condiciones que tienen el potencial de cambiar la integridad de la pared del conducto. Estas condiciones son la hipertensión, los problemas circulatorios, el tabaquismo, y la diabetes.
Dolor abdominal severo
¿Todavía conservas tu apéndice? No especules con la posibilidad de una hernia. Estos, y los problemas de vesícula y de páncreas, son algunas de las causas posibles del dolor abdominal y necesitan de atención médica.
Dolor en las pantorrillas
Uno de los riesgos menos conocidos es la trombosis venosa profunda, un coágulo sanguíneo que se produce en las venas de las piernas. Para tener una referencia, esta patología afecta a dos millones de norteamericanos al año, y puede amenazar de muerte tu vida.
El peligro es que se desprenda una porción del coágulo y ocasione un embolismo pulmonar (justamente, un coágulo en el pulmón), lo que podría ser fatal.
El cáncer, la obesidad, el sedentarismo a causa de largas permanencias en la cama o de viajes de larga distancia, el embarazo y la edad avanzada son algunos de los factores de riesgo.
A veces se trata de una hinchazón en las pantorrillas, sin la presencia de dolor. En cualquier caso, si presentas una hinchazón en las pantorrillas, ya sea con o sin dolor, acude inmediatamente a un médico.
Ardor en pies o piernas
En las personas que desconocen que tienen diabetes, las neuropatías periféricas son uno de los primeros síntomas. La sensación puede aparecer en forma de ardor o de pinchazos en pies y piernas, que son indicadores de daños nerviosos.
Dolores vagos, combinados, o sin explicación
Varios dolores y síntomas físicos son comunes en la depresión. Esta clase de paciente, suele presentar quejas de dolores de cabeza, molestias abdominales, o malestar en las extremidades, que muchas veces se presentan en combinación.
Dado que el dolor puede ser crónico y no producir una debilitación demasiado importante, las personas deprimidas, sus familias, y los profesionales del cuidado de la salud pueden desechar los síntomas.
Además, mientras más deprimido te encuentras, más difícil se hace describir tus sentimientos. Todo esto puede conducir a una perdición desde el punto de vista del diagnóstico o la anamnesis.
Otros síntomas pueden estar presentes antes de que se efectúe el diagnóstico de depresión.
Busca ayuda cuando pierdas interés en tus actividades, cuando no seas capaz de trabajar o pensar en forma eficiente, y cuando no desees estar con otras personas. Y, sobre todo, no te resignes a sufrir en silencio si estás atravesando un mal momento.
Efectivamente, la depresión puede producir un gran deterioro de tu calidad de vida. En consecuencia, debe ser tratada en forma agresiva antes de que alcance a producir daños estructurales en tu cerebro.
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