Es difícil imaginar un mundo sin supermercados, pero algunos pueblos y ciudades
pequeñas no los tienen y, a decir verdad, subsisten sin ellos.
La pregunta es: ¿pagas más si vives en un área sin un gigante ofreciendo ofertas
y variedad? ¿O pierdes más al permitir que uno de estos mega-monstruos se
instale en el vecindario?
En otras palabras, es fácil odiar a los supermercados y sus efectos
nocivos sobre los comercios tradicionales, ¿pero la vida sería más cara para
nosotros si los grandes supermercados no estuvieran?
Será justo decir que el mayor atractivo comercial de los supermercados es el
precio, y esto representa un verdadero desafío para los comerciantes minoristas.
Los supermercados son, en muchos rubros, indudablemente más baratos. Leche,
huevos, pan, ofertas especiales, y tantas otras cosas.
Sin embargo, la pregunta
que debiéramos hacer es la siguiente: ¿Cuán frescos son los productos? ¿El pan
es mejor que el de la panadería? ¿La carne es tan buena como la que compras al
carnicero del barrio?
Atreviéndonos a adivinar las respuestas del lector, nos permitimos afirmar que
el precio no siempre indica valor. Es por eso que es recomendable (siempre que
sea posible) considerar otras alternativas.
En CheckOutChoice, el Web site de una organización de defensa de consumidores en
Australia, se señala que el precio de los alimentos en este país se han
incrementado significativamente en los últimos tiempos.
El nivel de inflación de
los alimentos australianos ha sido continuamente mayor al nivel de inflación de
otros rubros en los últimos diez años.
Este Web site está diseñado para presionar una reforma en el sector
supermercadista. Existe un costo en la conveniencia de usar supermercados. Uno
podría intuir que mientras más poderosos sean los grandes supermercados, menos
serán las posibilidades del consumidor.
Supermercados vs. comercios del barrio
Como parte de una campaña, Checkout Choice creo el desafío “Use It or Lose It”
(úsalo o piérdelo). Los visitantes del sitio son alentados a vivir una semana
sin visitar los dos grandes supermercados.
En cambio, se les solicitó usar
comercios independientes, es decir, verdulerías, carnicerías, panaderías, y
pescaderías de barrio. Los comentarios de aquellos que aceptaron el desafío
fueron reveladores.
·
“Yo no creo que los supermercados sean tan convenientes como proclaman ser…
Ahora no tengo que dar vueltas interminables para encontrar un lugar en el
estacionamiento y me evito las largas colas en la línea de cajas. Mi vida ha
cambiado completamente”, dice Emma, lectora del sitio.
·
“Algunos artículos pueden ser más costosos en los comercios de barrio, pero
moralmente debes cuestionar a quién estás dando tu dinero. Yo quiero saber que
el productor está recibiendo un precio justo”, postea la lectora Carolina.
·
“Preferiría comprar en la verdulería del barrio por la frescura y el gusto de
las frutas ofrecidas, pero la diferencia de precios no lo hace conveniente”,
dice Zakgirl.
Conveniencia
En un sentido general, existe una compensación entre precio y conveniencia.
Encontramos que las personas tienen una preferencia en un sentido u otro. A
menudo, ellas no perciben una competencia entre las tiendas barriales y los
supermercados.
La palabra conveniencia integra una multitud de ideas. Puede ser el carnicero
que corta la carne según tus necesidades en el momento, o el pastelero que
prepara la torta fresca para tu fiesta de cumpleaños por la noche.
Las personas
suelen acudir a los comercios minoristas porque éstos son parte del vecindario,
de su paisaje habitual y cotidiano, y no ocurre lo mismo con los supermercados.
No obstante, son muchos los que sí ven las bondades de los supermercados. Éstos
tienen variedad, buenos precios, y distintas opciones de pago. Los supermercados
ofrecen certidumbre al consumidor, que sabe que lo encontrará todo allí.
Más jugadores
Seguramente tanto quienes los aman como quienes los odian tienen algo de razón.
Posiblemente, sería bueno que existiera una mayor competencia entre las
distintas cadenas de grandes supermercados (cosa que no se da en todo el mundo),
que las leyes permitan nuevos jugadores en los mercados, para que en definitiva
siempre salga beneficiado el consumidor.
Ya sea que los odies o los ames, los supermercados están aquí para quedarse, y
son parte del paisaje habitual de nuestras compras. Depende de ti saber cómo y
cuándo quieres visitarlos y hacerlos parte de tu vida.