“El
mejor sexo
es producto del amor de dos personas”, indica la frase popular. Sin
embargo algunos análisis científicos nos muestran que si bien el amor es un
gran afrodisíaco, hay formas de mejorar el placer que se siente cuando se
produce el acto sexual.
El
órgano sexual masculino es una de las herramientas principales a la hora de
intentar un mejor desempeño en el encuentro íntimo, y saber utilizarlo a la
perfección es la mejor garantía para llegar a un orgasmo pleno.
Según
algunos estudios, el pene tiene nueve diferentes niveles de erección y
desconocer su estado durante la relación sexual disminuye el éxtasis; la mejor
forma de saber cuándo se esta por pasar de un nivel de erección a otro es poder
tener controlado el proceso inverso, y de lograr saber cómo llegar al máximo
nivel, se puede saber como prolongar la erección indefinidamente.
Una
forma de practicar el cambio de niveles es saber no sólo subir sino bajar, el
ideal es llegar al nivel de erección nueve, antes del orgasmo, lo cual implicaría
tener un total control sobre el propio cuerpo. En otras palabras, alcanzar una erección máxima implica dejar caer un poco los niveles por el camino.
Para
ello, el objetivo es alcanzar un determinado
nivel de erección para luego
dejarlo caer un poco. Por ejemplo, llegar al nivel 6 y luego dejarlo caer hasta
el nivel 4, para luego alcanzar el nivel 7 y dejarlo caer hasta el 5, y así
sucesivamente hasta alcanzar el máximo.
Una vez que se aprende a lograr esto, se
puede prolongar la erección en forma sustancial.
Es
muy importante recordar que al aprender a lograr el pico máximo de erección se
está reforzando el músculo pubo-coccígeo y, sobre todo, prolongando la meseta de
excitación sin eyacular.
Para
practicar este ejercicio, hay que hablar con la pareja y comunicar en qué nivel
se encuentra uno en cada momento del acto sexual, para obtener resultados más
rápidos es importante también no sentirse frustrado si el ejercicio no sale bien al
principio.
Para
bajar un nivel, es necesario disminuir la excitación, para luego dejarla crecer
nuevamente. Esto se puede lograr mediante respiraciones profundas, o cambiando
el foco de los pensamientos (es decir, pensando en otra cosa).
El
ejercicio apunta a prolongar el tiempo del acto sexual y esto se logra bajando
el ritmo y cambiando el modo de relajación o el enfoque. Ambos integrantes de
la pareja deben disfrutar del momento sin perseguir el resultado como única
medida del éxito.
Una
vez dominado el ejercicio, lo importante es la posición. La mujer debe
recostarse sobre su espalda, poner una o dos almohadas debajo de sus caderas
para conseguir el ángulo deseado, y facilitar la posición del hombre, que no
tendrá necesidad de utilizar sus brazos como apoyo.
De
este modo se logra que la mujer tenga una posición cómoda y que no sobrecargue
su región lumbar, y que el hombre pueda usar sus caderas como centro de gravedad
sin necesidad de los brazos. Es la posición que exige menos esfuerzo del hombre,
y por lo tanto evita que se canse prematuramente.
Al
ser lograda esta posición, recordar el método y efectuar la penetración.
Cuando se llega al nivel siete u ocho en la erección, comenzar a mover el miembro masculino lenta y progresivamente dentro de
la vagina usando sólo la pelvis para producir el movimiento.
Siempre es fundamental ir reconociendo el cuerpo del otro y disfrutar del
durante…
Una
vez que se llega al nivel que se quiere prolongar, hay tres cosas que se pueden
intentar para poner en funcionamiento el músculo pubococcígeo:
1.
Una contracción larga y persistente, o
2.
Dos contracciones de mediana intensidad, o
3.
Repetidas contracciones cortas y rápidas.
Es
conveniente también probar las diferentes técnicas hasta lograr saber cual es la
más placentera para usted, aunque no es conveniente intentar alcanzar la meseta
más de cuatro veces en la primer oportunidad porque el músculo puede llegar a
sufrir algún tipo de estrés, y no producirse la eyaculación.
Pero
una vez dominado por completo esta práctica se encontrará con que ha
disfrutado por completo de la relación y que ha sumado más capacidad a su
instinto pasional.
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