Existen
pocos sitios en el planeta que desplieguen tanta belleza atrapante como estas caídas
de agua rodeadas de un enorme
Parque Nacional, con una gran variedad de
animales, plantas y aves, y que
ofrece una gama de paseos que causan el deleite de miles de turistas.
Pero
no sólo se imponen las
cataratas
en ese sitio, con sus aguas que se
desbarrancan a lo largo de 275 saltos, de hasta 80 metros de altura, en medio de
un fragor enardecedor.
Otro atractivo no menos importante es el dominante parque
natural que las rodea, cerca de 60 mil hectáreas de selva subtropical
preservadas como Parque Nacional y declaradas por la UNESCO, junto con las
Cataratas Patrimonio de la
Humanidad.
La
zona del Parque forma un ecosistema que representa a la reserva faunística y
botánica más importante de la Argentina: en él se concentran cuatrocientas
clases de aves, setenta de mamíferos, casi cuatro mil especies de plantas (un
porcentaje de las cuales son medicinales) y doscientos tipos de árboles que
conviven en el clima subtropical húmedo, con temperaturas medias de 15 grados
durante el invierno y de 25 en verano, (como si estuvieran protegidas en una cápsula
refrigerante) y una humedad entre el 75 y el 90 por ciento.
Es
bastante común encontrar en los safaris diurnos monos caí, pájaros de todo
tipo (tucanes, jotes, abutíes) y pequeños mamíferos, no así los grandes
felinos.
En cambio, en los safaris nocturnos, es más fácil divisar con alguna linterna fugaz el paso de un yaguarundí
o gato moro, de tatúes, lechuzas, venados y serpientes.
Especial hincapié
merecen las aves; turistas especialistas de todo el mundo en el avistaje de pájaros,
visitan Iguazú con el fin primordial de observar las aves, que se encuentran en
una asombrosa cantidad de cuatrocientas especies diferentes.
Paseos
programados
El
paseo típico desde el lado argentino incluye una caminata por el pintoresco
Circuito Inferior de las Cataratas, donde se pueden recibir las refrescantes y
suaves lloviznas de los saltos Dos hermanas, Bossetti, Ramírez y San Martín.
Posteriormente, siguiendo por el Circuito Superior, en unos 700 metros de
recorrido se pueden divisar los saltos desde los diferentes miradores colocados
en forma estratégica.
Esta excursión continúa con el traslado a Puerto
Canoas, donde se puede embarcar en las lanchas hacia el balcón de la Garganta
del Diablo, y gozar del increíble espectáculo de las aguas cayendo
estruendosamente desde 80 metros de alto al fondo del cañón casi invisible
bajo el agua revoltosa.
Desde
el sector brasileño, se puede recorrer el Parque Nacional Foz do Iguazú y su
amplia infraestructura hotelera.
El extenso predio, de 175 mil hectáreas, además
de poseer grandes bellezas
naturales, tiene como atractivo al famoso Parque Das Aves, una experiencia de
contacto directo con miles de aves de asombroso colorido.
Pero
la mayor maravilla de Foz es la esplendorosa vista de las cataratas, ya que el
80 por ciento de los saltos están del lado argentino.
El
imperdible tour La Gran Aventura
De
todos los paseos, este es el más completo, ya que tiene parte de los misterios
de la selva y parte de las emociones de las cataratas. Por medio de gomones semi-rígidos
los turistas son llevados hasta la periferia de la Garganta del Diablo.
Los
salvavidas y la audacia de los pilotos de las embarcaciones ahorran todo riesgo
a los visitantes, pero no el susto de empaparse entre gritos de entusiasmo y
alegría compartida.
El placer de sentir en el rostro el impacto de la lluvia de
esa impresionante ducha natural constituye una de las experiencias más
divertidas y memorables del paseo.
Otra
posibilidad interesante son las cabalgatas a través de la selva, que permiten
un contacto íntimo con la naturaleza.
Los guías señalan a los turistas las
distintas especies vegetales como el Ybyrá-pitá o árbol rojo, el Uenbé o
Filodendro, el Ambay y el Tacuarembó.
También
es posible visitar la ciudad de Wanda a 45 kilómetros de Iguazú afamada por
sus minas de piedras semipreciosas y luego trasladarse hasta las Ruinas de San
Ignacio, culminando un viaje inolvidable en el que se puede conocer lo que en su
tiempo era una “civilización paralela”, que compitió con la española
hasta el momento de la expulsión de los jesuitas.
En
las Cataratas del Iguazú la naturaleza no deja de deparar sorpresas.