¿Has trabajado alguna vez con un empleado que tiene poca higiene personal, que
posee el fastidioso hábito personal de hacer ruidos molestos, etc., etc.?
Debes soportar estas torturas a diario, y consideras que decir algo sería
insensible de tu parte… Bienvenido al mundo de los malos hábitos en el
trabajo.
Consejos para hablar sobre esos problemas molestos
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·
Comienza con un abordaje suave para relajar a tu contraparte, pero no andes
esquivando el problema. El nivel de ansiedad del empleado será demasiado alto y
dar vueltas y rodeos mientras él aguarda por las malas noticias es, simplemente,
cruel.
Una vez que le has dicho que quieres discutir una cuestión complicada,
muévete directo hacia el centro del asunto.
·
Dile al empleado cuál es el problema desde tu punto de vista. Si te empeñas en
dar vueltas lo único que conseguirás es diluir el impacto de lo que tienes para
decir, y en consecuencia la otra persona podría no percibir la verdadera
seriedad el problema.
Y si te refieres al tema diciendo que “algunos de nuestros
empleados hacen lo siguiente”, es muy posible que la otra persona nunca entienda
que hablas puntualmente de ella.
·
Siempre que sea posible, haz referencia al problema en relación a una cuestión
profesional. Recuerda que no se trata de una venganza personal; la conversación
tiene un propósito laboral concreto.
Tal vez los otros empleados no quieran
participar en su equipo, y tú has notado la falta de voluntarios. Tal vez su
apariencia esté afectando la percepción de los clientes acerca de la calidad de
los productos de la organización.
Tal vez, una peculiaridad irritante ha hecho
que un cliente solicite un cambio de representante de ventas. Procura que el
propósito laboral de la conversación que claro.
·
También es necesario que permitas a tu empleado saber que no sólo su conducta
está afectando al negocio y a sus compañeros, sino que se encuentra socavando su
propia carrera profesional.
Expresa directamente el impacto que crees que esta
conducta tiene sobre las potenciales oportunidades de ascensos, aumentos, y
sobre otras cuestiones igualmente importantes como las relaciones con sus
compañeros y el clima laboral.
Entrenamiento
Desde luego, cabe preguntarnos si un entrenamiento es adecuado en estos casos.
Supongamos que el director de una empresa hace que todos sus empleados asistan a
un seminario sobre buena apariencia y profesionalismo.
En este caso, ¿logrará el
empleado captar el mensaje a través del seminario? Seguro que no va a suceder.
El empleado que tiene el problema no acusará recibo de la situación y lo único
que habrás ganado es enviar a un seminario a un grupo de empleados que no
necesitaba asistir.
Vale señalar que desde este espacio no estamos en contra del entrenamiento
profesional, de los protocolos de vestimenta y otras actividades similares.
No
obstante, sí creemos que el entrenamiento no es un medio para corregir los
problemas personales de los individuos.
Existen directores que optan por cursos
de entrenamiento para corregir los problemas de algunos de sus empleados;
únicamente para aquellos empleados que ellos consideran con problemas.
Esto es
ofensivo y discriminatorio. Lo que debes hacer es abordar el tema en forma
individual y de cara al empleado.
Otros aspectos a tener en cuenta
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·
Sé sensible al hecho de que diferentes culturas tienen diferentes normas y
estándares de apariencia, aseo, y vestimenta. Posiblemente esto quede sujeto al
criterio de cada director, pero la empresa tiene derecho a pedir que sus
empleados se ajusten a los estándares culturales y a las normas de la empresa en
particular.
Esto es especialmente cierto cuando la falta de respeto por las
normas afecta la armonía y la productividad de ámbito de trabajo.
·
Sé sensible a la diferencia entre las tradiciones alimenticias de las distintas
culturas. En algunas culturas ciertos alimentos son habituales, y en
consecuencia también son habituales los olores que éstos producen.
Recuerdo a
una maestra de la escuela secundaria que siempre tenía un fuerte olor a ajo.
Muchos de los chicos se reían de ella y le gastaban bromas pesadas.
Algún
tiempo atrás alguien vino a señalarme que yo tenía un fuerte aliento a ajo, y
esto me dejó altamente contrariado, pues el ajo es delicioso para mí y siempre
lo consumo.
·
Si un empleado ha intentado con insistencia corregir su problema de mal aliento
y no está haciendo progresos significativos, será atinado sugerirle que haga una
visita a un médico para determinar si existe alguna condición o patología que
este ocasionando el problema. Tu consideración podría salvarle la vida.
·
Finalmente, si eres el supervisor de este empleado, recuerda que es tu deber
para con él sostener esta difícil conversación.
Especialmente si otros empleados
han venido a ti para quejarse, comprende que si no llevas adelante esta plática,
serán otros quienes lo hagan (y tal vez sin demasiados escrúpulos).
De hecho,
podría suceder que no sea una conversación la técnica elegida para hacer saber
su estado de incomodidad.
No será la primera vez que aparezca un frasco de
desodorante sobre el escritorio del empleado con problemas, que un jabón
aparezca en su locker, o que una nota anónima colocada en la silla o en el
parabrisas del auto haga referencia al problema.
Desde luego, ninguna de estas
acciones contribuye a la armonía del ámbito de trabajo. Además, el empleado
podría quejarse con su supervisor por permitir tal atropello y convalidar las
acciones hostiles en el ambiente laboral.
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