Hace tiempo leí un artículo de la que por entonces era mi coach, Karyn
Greenstreet (excelente por cierto), que me dió mucho que pensar y que, en cierta
forma, fue un revulsivo para mi. Hablaba de la importancia de deshacerte de tus
vacas sagradas.
Cuando hablamos de vacas sagradas seguro que visualizas el papel de este animal
en la India, ¿verdad?
Allí se consideran sagradas y no se las puede maltratar o perjudicar lo más
mínimo, aunque eso signifique quedarte atascada indefinidamente si una vaca
decide echarse en medio de la carretera, por ejemplo.
Y
es una gran imagen que quiero que tengas en mente porque todos nosotros, tú
incluida, tenemos vacas sagradas en nuestra vida. Se pueden materializar de muy
distintas formas: puede ser una persona, un lugar, una circunstancia, una
creencia, un comportamiento, una costumbre…
Algo a lo que estamos aferrados y no queremos dejar marchar, aunque no nos
aporte nada o incluso aunque nos obstaculice o nos perjudique.
Me refiero a eso que realmente es un obstáculo para tu
desarrollo personal
o
profesional pero que o no te das cuenta o no quieres prescindir de ello. Cosas
que para ti son intocables, que no te las cuestionas, y a lo mejor ya es hora de
hacerlo…
Te daré unos ejemplos:
● Ciertas formas de hacer las cosas
que no dan resultados pero que “siempre se ha hecho así”, porque “es mejor lo
malo conocido que lo bueno por conocer”. Como por ejemplo tener reuniones
semanales de larga duración en la que la mayor parte de la gente pierde el
tiempo, o no escuchar la opinión de alguien nuevo porque tú ya lo sabes todo…
● Personas que no te aportan lo que
necesitas pero que siempre han estado ahí y nadie se plantea sustituirlas.
● Creencias que no te benefician en
nada, pero ni te planteas cambiarlas: “es que las cosas están muy mal”, “a esta
edad ya no se puede cambiar”, etc.
● Productos o servicios que te
encantan pero que no vendes y que te resistes a eliminar
Todo esto no es más que lastre que te impide abrir las puertas a nuevas
posibilidades y a un mayor desarrollo. Así que tómate tu tiempo para descubrir a
qué te estás resistiendo, cuál o cuales son tus vacas sagradas.
Y piensa qué precio estás pagando por
mantenerlas allí y qué sería diferente si no estuvieran.
Hay momentos en los que hay que dejar marchar cosas, por tu bien, y para abrir
las puertas a otras opciones y a cambios.
No te quedes estancada con algo que no
te supone ningún beneficio,
¿qué ganas con ello?
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