Durante los diez años que
duró la Ley de Convertibilidad (1991-2001, la cual mantenía, por ley, el valor
del peso en el mismo nivel que el del dólar), los gerentes de las empresas
argentinas se acostumbraron a tomar el tema financiero como una parte de la
administración contable, en la cual todo se podría prever y calcular con una
gran exactitud.
Pero durante el año
pasado, con el retorno de la inflación y la ausencia de créditos, muchas
empresas vieron la necesidad de incorporar un nuevo tipo de gerente, que tenga
experiencia en la fijación de precios, en los métodos de compra y pago, y en
todas las diferentes variables que deben ser tenidas en cuenta en el nuevo
contexto de la inflación. Quién mejor, entonces, para ocupar estos puestos, que
aquellos antiguos gerentes de la década del ’80, acostumbrados a lidiar con el
viejo-nuevo escenario.
¿Una nueva alternativa laboral?
Según los especialistas,
aún es demasiado temprano como para pensar que se está en presencia de una nueva
fuente laboral para este tipo de profesionales, aunque todos coinciden en
afirmar que sí apareció una demanda nueva.
Según los entendidos en
el tema, la mayoría de las empresas que optaron por tomar los servicios de estas
personas, lo ha hecho con contratos de asesoría externa, por dos motivos: 1. En
medio de una recesión en la que solo se vislumbran pequeños y tímidos signos de
reactivación, ninguna compañía desea ampliar su planta personal, y 2. Intentan
que estos adultos les enseñen a su personal permanente, que ya conoce otras
características del negocio, como manejarse frente a las nuevas reglas del
juego.
Con todo, muchos otros
especialistas en Recursos Humanos consideran que esta demanda laboral seguirá
creciendo, y que a medida que estos nuevos-viejos gerentes demuestren sus
cualidades y su aporte a la organización en el nuevo contexto económico, serán
cada vez más imprescindibles para la empresas, que buscarán retenerlo entre su
personal.
Los especialistas,
tejen esta hipótesis basados en una cuestión fundamental: la convertibilidad ya
no existe más, el cambio no es momentáneo, y la inflación, junto a sus nuevas
reglas de juego, acompañará al país por muchos años.