Los
teléfonos suenan y él se acomoda entre sus papeles y tarjetas, para comenzar
la charla con EnPLenitud:
“Estamos
tratando de elaborar un nuevo enfoque…apenas llegamos al instituto (INADI),
uno de los ejes con que empezamos a trabajar fue con los problemas de las
franjas sociales, la de los menores de 20 y la de los mayores de 65… esto es
la discriminación por edad”, relata Martínez desde el otro lado del
escritorio.
-¿Qué
pasa con los mayores de 65?
Los
mayores no tienen una categoría…la que tienen los saca del proceso de
serialización. Cuando se tiene más de 65, se pasa a ser “pasivo”. A estar
fuera del sistema productivo que está acotado dentro del sistema.
Lo
que sucede es que están fuera del proceso de serialización, destinada a las
personas de entre 20 y 65. ¿Qué cosas se serializan?… esencialmente el
sistema laboral.
-¿Que
rol tiene la sociedad en este problema?
La
sociedad hace mucho más de lo que debería hacer por los adultos mayores. En la
Argentina hay un índice muy bajo de institucionalización de las personas
mayores -la utilización de geriátricos- ¿por qué?
Porque
hay resistencia, o sea, una familia no está feliz con internarlo en un geriátrico,
prefiere primero ver la posibilidad de que una mujer vaya a cuidarlo a su casa,
se tratan de buscar soluciones previas.
-¿Por
qué cree que se olvida a una generación que en términos prácticos, es la única
fuente de memoria, continuidad y sabiduría?
Nadie
se pregunta acerca de la sabiduría. Lo importante hoy, es estar informado. Se
es sabio recién cuando se puede hacer la síntesis entre el conocimiento y la
experiencia, y un prerrequisito de la sabiduría es la edad… no se puede ser
sabio a los 20 años. A esa edad se puede ser muy inteligente, muy informado,
muy capaz, pero nunca sabio.
-Ante
esta exclusión de los valores y de las personas según su edad ¿Qué puede
hacer el INADI?
EL
INADI denuncia públicamente estas situaciones y esta organizando jornadas como
las del 4 y 5 de diciembre. En segundo lugar, denunciamos que muchas personas
quedan fuera del sistema, simplemente por estar dentro de un ciclo biológico
inevitable.
Es
una determinación arbitraria al punto de que por ejemplo en el Conicet (Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas),
se produjo un terrible conflicto, porque querían jubilar a los investigadores,
a los 65 años…cuando a los 65 están en la plenitud de su capacidad de
investigación, teniendo por delante 10 o 15 años más, en donde comenzarán a
dar resultado los conocimientos acumulados en la etapa anterior.
Pero
puede pasar cualquier cosa en un país en donde el Ministro de Economía mandó
a los investigadores científicos a lavar los platos.
-Ante
este desconcierto generalizado en la organización de las estructuras de apoyo
para los adultos mayores ¿no es posible volver a la cultura de respeto y
consideración que reinaba antes?
La
sociedad todavía no ha perdido su capacidad de reflejos, lo que si tenemos, es
una sociedad permeable a los discursos de penetración cultural. Imagínense una
familia de 1930… constituida en torno al núcleo familiar: las lecturas, que
en esa época se daban mucho porque no había televisión; las radios -aunque no
todo el mundo tenía una- pero tampoco era objeto de reunión en las cenas.
La
familia charlaba durante las comidas. O sea, había una cultura de transmisión
oral y de interacción, mucho más rica. En ese espacio, el adulto mayor tenía
un lugar predominante. Era la experiencia y se la respetaba, su voz tenía
autoridad y su figura era preeminente. Se le pedían consejos.
En
la cultura moderna, que está invadida por la televisión, los ruidos, los
mensajes bomba, la cena no es un lugar de reflexión o de charla y el adulto en
ese esquema perdió su lugar, pasa a estar relegado.
Aparte,
la cultura de la admiración de lo moderno, también funciona como disparador de
la relegación del mayor.
-¿Qué
espacios existen y cuales podrían crearse, a favor de los adultos mayores?
En
realidad, no existen lugares de apoyo a personas que sufren la discriminación.
Nosotros estamos tratando de poner en movimiento a toda esa enorme masa de gente
que tiene una fuerza impresionante y sobre todas las cosas tiene un valor
importantísimo: tienen todo el tiempo del mundo, y ese tiempo hoy por hoy es
poder, que pueden utilizar para ganar espacios dentro de la sociedad.
-¿Cómo
tienen que reaccionar los adultos ante este fenómeno discriminatorio instalado?
Deben
revelarse sin negar su identidad, sino con el fuerte impulso de lograr un legítimo
espacio propio, que no sea el deformado por los más jóvenes.
La
humanidad deberá tender a recuperar los valores perdidos, para poder hacer al
mundo viable nuevamente. Tenemos que crear conciencia en torno a la magnitud del
problema.
-¿Qué
temas se tratarán en las jornadas “La Cuestión del Otro: Discriminación y
Grupos Vulnerables”, los próximos 4 y 5 de diciembre en la Cámara de
Diputados?
Serán
jornadas de discusión sobre la problemática de la discriminación en nuestra
sociedad, pero fundamentalmente se presentan en escena los 4 programas de
prevención: “Discriminación contra Inmigrantes Refugiados y Poblaciones Indígenas”;
“Discriminación a las Personas con Discapacidad”, “Discriminación a
Adultos Mayores”; y “Prevención de la Discriminación por Género”.
Esos
son los sectores de mayor vulnerabilidad a la discriminación. Están
condicionados culturalmente para aceptar la discriminación como una cosa
natural. Y como repito es fundamental comenzar con este movimiento de personas,
en búsqueda de un país que luche por un espacio para cada una de las franjas
sociales, y por su puesto, por un país viable para todos.