Tu
situación financiera de hoy es el resultado de los patrones mentales que has
tenido hasta ahora. Por eso debes prepararte y empoderarte internamente antes de
poder conducir conversaciones sobre el dinero con confianza y seguridad.
Pero no te preocupes, ¡esto no tiene que tomarte 20 años! Solo lee con detención
estos 3 cambios mentales que te propongo y adóptalos en tu vida.
¡Será uno de los ejercicios más poderosos que hayas hecho en tu vida!
1.
El dinero no es malo
Por siglos se nos ha inculcado en nuestras mentes que el dinero no es un tema
grato. Y todas las personas que manifiestan tener algún interés desmesurado en
el dinero son consideradas como codiciosas y poco espirituales.
Por eso se considera que el dinero es un tema tabú. No debemos expresar un mayor
interés en él ni hablar de él, al menos que sea estrictamente necesario -y, en
ese caso, las conversaciones sobre el dinero suelen ser tensas y desagradables.
La
verdad es que el dinero no es bueno ni malo. En la Biblia se dice claramente que
el AMOR al dinero es la raíz de todos los males (1 Timoteo 6:10).
El
dinero no hace daño, solo hace dos cambios importantes en tu vida:
· Te
permite hacer más: dar más, invertir más, comprar más, viajar más, etc.
· Magnifica
lo que ya eres: si eres generosa, serás más generosa. Si eres codiciosa, serás
más codiciosa.
Deja de mirar al dinero como un mal necesario e invítalo a tu vida, con los
brazos abiertos, como una herramienta para hacer el bien, para ti y para los
demás.
2.
Tú manera de manejar el dinero es la manera como manejas todo lo demás
No
puedes meter el dinero en un compartimiento apartado de tu vida.
Muchas personas lo hacen y se engañan a sí mismas. Tratan al dinero cómo un área
más de su vida, pero le dedican la mayor parte de su tiempo, esfuerzo y
energías. Hay una contradicción ahí.
Es
mejor ver al dinero como algo que está íntimamente ligado, de una u otra manera,
a todas las áreas de tu vida, y darle el lugar prioritario sin tener
sentimientos de culpa al respecto.
3.
Tu dinero no es tuyo
Tú
dinero no es tuyo. Al igual que tu tiempo y todas tus demás permanencias, es un
recurso que Dios ha puesto en tus manos y, que, por ende, debes administrar
bien.
Una vez que te des cuenta que tú dinero no es tuyo, sino que eres una mera
administradora de lo que Dios ha puesto en tus manos durante tu corta estadía en
la Tierra, vas a comenzar a tratarlo con el respeto que se merece y vas a ser
mucho más cuidadosa a la hora de gastarlo, de negociar tus honorarios con un
cliente y de llevar tu negocio en general.
Por Bettina Langerfeldt
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