1. Empeñarte en algo y no escuchar a los expertos
Como
emprendedora es importante ser perseverante, sí, fundamental; pero también es
importante no confundir la perseverancia con la cabezonería.
A veces te empeñas en un determinado tipo de
negocio o cliente y, aunque las evidencias muestren lo contrario, aunque los
expertos digan lo contrario, tu te empeñas en hacer lo que quieres, haciendo
oído sordos y te das de bruces contra la pared.
Con esto no estoy diciendo que no hagas lo que te gusta o que sólo hagas lo que
dicen los demás, sino que dentro de tus preferencias seas flexible y estés
dispuesta a aprender de los que ya tienen éxito.
Esto me pasó a mi al principio de mi negocio, me empeñé en hacer las cosas de
una determinada manera y, aunque dos asesoras de marketing me advirtieron en
contra, yo seguí y, por supuesto, no conseguí mucho.
Menos mal que me comprometí con una de mis coaches a probar durante un tiempo y
si no funcionaba a cambiar, si no, a saber dónde estaría ahora.
En realidad esa es una buena idea, si hay algo a lo que no quieres renunciar por
nada, hazlo durante un determinado período de tiempo dando el 100% y si no
funciona, a otra cosa.
Esto es algo que cuesta, sobre todo cuando te aferras mucho a algo o ya llevas
un tiempo y la idea de cambiar todo te da pereza y miedo, pero merece la pena.
Se les llama expertos por algo.
2. No ser consciente de lo que te genera mayores beneficios
Esto
parece obvio, pero no lo es, sobre todo si ofreces cosas distintas en tu
negocio. Párate cada cierto a tiempo a pensar qué es lo que te genera más
beneficios y céntrate en eso, especialmente si todavía no tienes
estabilidad
económica.
¿Qué
vendes más, paquetes decoaching o talleres? ¿Ebooks o charlas? A veces te
empeñas en ir añadiendo cosas nuevas a tu negocio (lo que en inglés se conoce
como “the shiny object syndrome”, el síndrome del objeto brillante o en
español más castizo “culo veo, culo quiero” : ) y dispersas tu atención en lugar
de centrarte en lo que mejor funciona.
Esto me recuerda al programa “Tabatha, te necesito”, en el que contratan a la
susodicha Tabatha para que ayude a negocios que no van bien.
En un caso en particular estaban empeñados en vender yogur helado de distintos
tipos y aparte ofrecían servicio de cafetería. La cuestión es que, en primer
lugar, el yogur era malísimo y casi no se vendía; pero la dueña estaba
emperrada, era su ilusión (caso 1).
Tampoco se habían parado a pensar qué era lo que más vendían y resulta que era
el café, que estaba muy bueno. Tras hacer un pequeño análisis de mercado
ofreciendo muestras de café y yogur (otro punto imprescindible, estudio de
mercado), cambiaron el negocio, eliminaron el yogur, se centraron en café y
acompañantes y el negocio dio un giro de 180º.
Ejemplo perfecto de cabezonería, desconocimiento de lo que te genera beneficios
y el efecto de contratar a un experto que ve lo que tu no ves.
Especialmente si estás empezando, céntrate en lo que más ganancias te de y
cuando tengas estabilidad, amplía los servicios.
Esto lo puedes aplicar a todo, no intentes unirte a cada moda que salga y pasar
un mes probando Twitter, luego pasar a vídeos, luego a…
En esto es muy fácil caer, te comparas con otros y como esos otros ofrecen
muchas cosas tu también quieres, pero olvidas que esos otros te llevan unos años
de adelanto y que funciona mejor ser consistente, enfocarte en lo que más
beneficios te da e ir avanzando poco a poco.
3. Acomodarte a unas estrategias y no cambiar nada
Cuando ya llevas un tiempo, hay ciertas cosas que haces bien y se convierten en
algo automático. Tan automático, que lo que antes era un desafío para ti ahora
es simple rutina y te acomodas, y como parece que funciona, pues ahí te quedas,
en tu famosa zona de confort.
Si te interesa que tu negocio siga creciendo expande esa zona de comodidad y,
cuando ya tengas algo dominado, prueba otras cosas.
Así evitarás quedarte estancada tanto a nivel personal, porque lo que haces ya
no supone un desafío, como a nivel profesional en el que tus ganancias se
estancan.
Un
negocio es algo vivo, crece, cambia y tu tienes que hacerlo con él. Eso no
quiere decir que tengas que estar cambiando algo todos los meses, tu decides el
ritmo, pero si quieres que tu negocio crezca tendrás que hacer cosas nuevas.
En
resumen, y según mi experiencia, si acabas de empezar y todavía no tienes los
resultados que quieres, céntrate en lo que más beneficios te de hasta que lo
económico no sea un problema y puedas pensar en otras cosas. Olvídate de
comparaciones, y paciencia, que estás sembrado todavía y no se puede recoger
antes de sembrar.
Y si
estás en otra etapa más avanzada y te gustaría crecer, piensa cómo hacer más
eficiente tu negocio y qué puedes añadir para incrementar tus ganancias.
En este
caso, tú ya estás recogiendo frutos y puedes quedarte como estás, o sembrar en
otros campos y aumentar la cosecha. Y ya sabes, si quieres resultados rápidos,
trabaja con alguien que ya esté donde tu quieres estar, no hay mejor forma de
llegar donde quieres.
Por Aida Baida Gil
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