Actividad física, una gran amiga de la memoria

Una investigación llevada a cabo por científicos estadounidenses, confirmó lo que muchos preveían desde hace tiempo: una vida activa y en movimiento ayuda a mejorar las funciones cognitivas y de memoria, entre muchas otras.

Siempre se presumió que la actividad física podría tener relación con una mejor aptitud cerebral, pero gracias a una serie de estudios desarrollados por la Universidad de Illinois, en los Estados Unidos, esta suposición terminó siendo una comprobación empírica, que arrojó como resultado que, efectivamente, a mayor actividad aeróbica, menor degeneración neuronal.

La investigación que dio como resultado esas comprobaciones no es, sin embargo, la primera que se hace al respecto. Por ejemplo, se habían realizado varios trabajos en animales que demostraron que el ejercicio aeróbico podía estimula algunos componentes celulares y moleculares del cerebro.

Asimismo, ciertos estudios realizados en seres humanos también habían demostrado que algunos procesos y habilidades cognitivas cerebrales en las personas mayores, eran más probables de manifestarse en aquellas que se mantenían activas.

Por ejemplo en 1999, los mismos científicos que realizaron el estudio de la Universidad de Illinois, habían observado que un grupo de voluntarios, -que durante 60 años habían llevado una vida muy sedentaria-, luego de una caminata rápida y sostenida de 45 minutos durante tres veces a la semana, habían logrado mejorar sus habilidades mentales, las cuales suelen declinar con la edad.

A su vez, desde hace dos o tres décadas, se realizan varias pruebas con mayores de setenta años, que, luego de atravesar diversas disciplinas físicas, lograron mejorar su actividad mental-cognoscitiva.

Con todo, el estudio llevado a cabo en la Universidad de Illinois es uno de los más esclarecedores, ya que tomó como objeto de análisis una población heterogénea más joven, (hombres y mujeres de entre 55 y 79 años), una gran cantidad de casos, (55 voluntarios), y los beneficios de la tecnología médica de punta, como ser las resonancias magnéticas de alta resolución.

De esta forma, se evaluó a personas tanto sedentarias como con actividad física intensa, sometiéndolas a un ejercicio basado en caminatas de casi dos kilómetros, para luego realizar sobre ella unos estudios con escáner tridimensional de resonancia nuclear magnética, los cuales les posibilitaron evaluar los comportamientos de las sustancias cerebrales.

Así, luego de realizar estos test, los científicos llegaron a la conclusión que, en personas mayores de 55 años, la actividad física podía producir positivas modificaciones anatómicas en el nivel cerebral, mejorando así toda la actividad cognoscitiva.

Tres áreas

Según afirman los investigadores, son tres las áreas del cerebro a las que el envejecimiento afecta de forma negativa, y que no obstante demostraron obtener grandes beneficios gracias a la actividad física.

En efecto, las pruebas registraron modificaciones en las áreas frontal, parietal y temporal del cerebro, siendo favorecidas las áreas con sustancia gris, -que se relacionan con la inteligencia-, y con sustancia blanca, -que se relaciona con la cognición- (y de hecho, su alteración negativa se vincula con la enfermedad de demencia senil).

Por eso, el cambio más relevante que pudieron observar estos científicos tiene relación con la modificación, mediante la actividad física, de las sustancias gris y blanca del cerebro, puesto que la primera consiste en unas finas capas del cuerpo de las neuronas que están involucradas tanto en los procesos de memorización como de aprendizaje, y que, cuando las personas envejecen, se encogen y muestran una reducción del rendimiento cognitivo.

Asimismo, la sustancia blanca es la conocida mielina, la cual posee fibras nerviosas que transmiten señales dentro del cerebro. Y de hecho, su disminución es la causante de la leucoaraiosis, lo cual tiene una relación directa con la enfermedad de demencia senil, la atrofia cerebral y otras enfermedades como hipertensión arterial o diabetes.

Además, como vimos, a medida que las personas envejecen, la cantidad de conexiones entre las neuronas es menor, pero gracias a la actividad física se puede lograr una mayor densidad de conexión (sinapsis) neuronal.

Incluso, la actividad física actúa sobre la función cerebral aumentando la producción de factores tróficos, que son ni más ni menos que las sustancias encargadas de mantener la salud de las neuronas.

Por todo esto, los expertos aseguraron estar en condiciones de confirmar que la actividad física constante mejora las áreas de la actividad cerebral, especialmente la superior, en la que se incluyen la memoria, la capacidad de abstracción, la capacidad de razonamiento, el juicio y otras funciones de ejecución.

Un plus para los mayores

Por cierto, como se habrá visto, el ejercicio pareciera ser útil para influenciar en las aptitudes cerebrales sólo en aquellas personas mayores, pues esta actividad física se encarga de re-equilibrar ciertas pérdidas del órgano cerebral acontecidas únicamente mediante el avance de la edad. Por eso, el ejercicio se encarga de enlentecer la declinación de la densidad en las áreas gris y blanca en los cerebros, la cual se produce con la edad.

Esto último no significa que nuestros hijos estén libres de mantener una práctica física activa, ya que de hecho el ejercicio tiene un gran número de beneficios, que van desde la prevención y reducción del sobre-peso hasta el desarrollo pulmonar y cardíaco, pero lo que es claro es que, en cuanto al mejoramiento de la actividad cerebral, el mismo sólo puede influir en las personas adultas, que ven declinar ciertas funciones de su cerebro con el avance de sus años.

Por su puesto que este descubrimiento no debe hacer que las personas sedentarias salgan corriendo a realizar una intensa actividad física para mejorar sus aptitudes cerebrales.

De hecho, el ejercicio físico debería realizarse en sesiones no mayores a 30 minutos por día, partiendo de una intensidad de moderada a una mayor, y teniendo en cuenta las propias aptitudes y limitaciones, o caso contrario se correrían serios riesgos, ya que se sobre-exigiría al organismo.

Asimismo, los expertos también recomiendan combinar esta actividad física con una intelectual,
 -que puede ir desde la lectura hasta las mismas conversaciones con allegados, pasando por los juegos de mesa o de mente-, ya que la actividad cerebral en sí misma, también puede otorgar mayores beneficios.
 

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