Como muchos saben, el organismo humano sufre un proceso de oxidación al estar expuesto al oxígeno, que da lugar a los dañinos radicales libres. Sepa cómo combatirlos con el ejercicio...

De este oxígeno, un 5% que se consume genera radicales libres, que son moléculas
que dañan los tejidos biológicos afectando el íntimo funcionamiento celular.

 

El cuerpo se
defiende de esta oxidación de manera natural con mecanismos denominados
antioxidantes y que incluyen reacciones químicas mediadas por enzimas. También
existen los antioxidantes exógenos.

 

Los radicales
libres y los antioxidantes corporales siempre se encuentran en un delicado
equilibrio. Cuando estos radicales libres se acumulan en demasía, ya sea por
exposición solar, dieta u otros factores, superan la barrera de los
antioxidantes y se llega al llamado “estrés oxidativo”.

 

El ejercicio
físico practicado en exceso genera oxidación. Pero estudios recientes
descubrieron que la ingesta adecuada y regular de vitamina E ha sido
satisfactoria para reducir los niveles de peroxidación lipídica durante el
ejercicio.

 

La vitamina
E, la vitamina C y el betacaroteno son los tres antioxidantes más poderosos.
Ninguno de estos fue catalogado como poseedor de beneficios para mejorar la
performance atlética aunque sí se verificó su ayuda en el buen mantenimiento del
rendimiento y sobre todo en la disminución de oxidación por ejercicio. Por
ejemplo la vitamina C ayuda a aclimatarse al calor.

 

Las fuentes
de vitamina E más importantes son: cereales integrales, sobre todo germen de
trigo, frutos secos y verduras.

 

La vitamina C
se encuentra en limones, naranjas, kiwi, grosellas, frambuesas, crucíferas, papa
y perejil.

 

El
betacaroteno lo podemos encontrar en la zanahoria, espinaca, espárragos, maíz,
melón, damasco y verduras de hojas en general.

 

Hay que tener en cuenta que la
vitamina C, si se ingiere en altas dosis como 5 gramos por día, podría ocasionar
cálculos renales, gota y diarreas. Por su parte el betacaroteno es el más tóxico
y puede llegar a ocasionar trastornos visuales, caída de cabello y trastornos
digestivos.

 

En cuanto a la vitamina E, nuevos
estudios sugieren que podría no ser tan inocua como se había creído hasta ahora,
aunque la evidencia disponible no es aún concluyente al respecto.

Por eso,
antes de ingerir suplementos antioxidantes lo mejor es recurrir a un
especialista que determine y analice el estilo de vida, la nutrición, el deporte
y la exposición al medio ambiente que llevamos. A partir de esto, sabrá como
orientarnos en cuanto a dieta, actividad y aporte vitamínico.

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