La “práctica del Tantra” existe,
claro y transforma la existencia de un ser en todos sus planos, posibilitando
tanto a mujeres como a varones desplegar todo su potencial sexual femenino o
masculino y SIN DEJARSE CONDUCIR por los modelos sociales que pervierten la
sexualidad genuina y por lo tanto, la experiencia del amor fundamental.
La falta de esta experiencia, desde la
infancia, pasando por la adolescencia y permaneciendo muchas veces aún en la
adultez, es la causa de la mayoría de las enfermedades clínicas conocidas y de
las que aún no han encontrado diagnóstico definido.
La unión sexual es la vía más profunda de
conocimiento entre un varón y una mujer, y habitualmente es un factor de
alejamiento.
Un varón y una mujer al unirse sexualmente,
tienen la posibilidad más elevada que les ha sido dada, de experimentar la
plenitud del ser. Fundidos en el éxtasis amoroso, son capaces de reproducir el
ciclo de la naturaleza misma, la circulación constante y continua de la energía
que mantiene al universo vivo, es decir, en la unión sexual, reside la gran
posibilidad que, dos seres humanos, tienen, de reproducir aquello que es
superior a ellos. La experiencia de lo sagrado de la vida.
Esta posibilidad, la de reproducir a
través de “otra” Sexualidad, “la circulación constante y continua de
la energía que mantiene al universo vivo”, otorga el CONOCIMIENTO DE LA
VIDA MISMA, DE LAS LEYES QUE LA DIRIGEN EN TODOS LOS NIVELES Y POR ENDE EN EL
NIVEL HUMANO…
La Experiencia de la Sexualidad Tántrica nos
abre la puerta al CONOCIMIENTO de un camino de sanación AÚN NO EXPLORADO POR LA
HUMANIDAD.
CONOCER LAS LEYES QUE NOS DIERON LA VIDA, ES
CONOCER EL PROCESO QUE GENERÓ UNA ENFERMEDAD Y POR LO TANTO, SU CAMINO DE
RETORNO.
La propuesta de la sexualidad tantrica es
aprender a utilizar su poderosa energía, que todos deberíamos tener activa
-Kundaliní, la libido o aquello que Reich denominó, energía orgónica,
usualmente “muerta” o “mal canalizada”, administrándola y
conduciéndola concientemente, para producir una verdadera transformación de los
pensamientos, sentimientos, emociones y actitudes de vida de un ser humano y
así, poder acceder, gracias a esta purificación, a la experiencia de la unidad
con el Cosmos. Al sentirnos uno con un otro, conocemos la unidad del todo.
Este impulso o instinto natural en todo ser
humano, el deseo sexual, es la voluntad de unión, de atracción, hacia otro ser
humano y nace, se manifiesta, como deseo genital.
Las técnicas del auténtico Yoga forman, el
“soporte técnico” de una forma de ser, vivir y sentir, llamada
Tantra. Mediante ellas, cada centro energético, Chakra, que tiene
correspondencia con alguna región de nuestro cuerpo físico, es activado, generando
canales etéricos, que permiten que la misma se distribuya por todos los planos
de nuestro ser: físico, emocional, mental y supraconsciente.
Así, el éxtasis sexual u orgasmo absoluto
produce tal incremento de la energía vital, que su intensidad, es comparable a
la diferencia que existe entre tensión y relajación corporal durante la unión.
Si la tensión muscular global no aumenta demasiado, y si la relación no es
profunda, se obtiene poco o ningún placer y quizás, hasta displacer y el
orgasmo no energiza sino por el contrario, la energía se retrae.
La excitación, sin perdida energética,
activa todas las células. Esta energía que habitualmente es considerada como
existente sólo a los fines de la obtención del propio placer, o para procrear,
puede redirigirse, para fines “aún más trascendentes”.
Esto, no significa que
“utilizarla” para la obtención de placer sea algo malo y menos aún,
lo es, utilizarla para procrear.
A través de una sexualidad completamente
diferente, se transforma la visión de la misma y por lo tanto nuestros
sentimientos, nuestras emociones y nuestras acciones, conduciéndonos a la
verdadera libertad personal, la alegría de amar, de ser amado, permitiéndonos
así expresar lo más bello de cada uno y disfrutar la vida más allá de toda
circunstancia.
“Utilizar” la energía del amor a
través de la sexualidad, es el más poderoso dinamizante del vivir cotidiano y
una posibilidad que está al alcance de todos.
El mecanismo biológico a través del que el
Tantra actúa como un proceso en el ser humano, consiste en un especie de truco
a la naturaleza del Cosmos y sus leyes.
Si observamos, la naturaleza cuida la
especie y no el individuo. El ciclo del ser humano, normalmente, es nacer,
crecer, reproducir y morir. Así, una vez cumplida la función reproductiva,
comienza un período de envejecimiento que conduce hacia la muerte. Asociando
esta ley a la sexualidad, el esperma es la esencia de la fuerza creativa y el
útero femenino, la energía cinética que “procesa” esa esencia. En
cada unión sexual con eyaculación, el varón – y por lo tanto la mujer-, entrega
al universo un porcentaje de vitalidad a cambio de unos pocos instantes de
placer. Sucede que, la naturaleza es una fuente inagotable de energías y podrá
proveer siempre de ella, pero los seres humanos, al entregar nuestra energía
vital por un poco de placer no estamos dotados de mecanismos, para luego volver
a obtenerla. En algún momento de la vida, esta energía se acaba y nos quedamos
sin ella.
La sexualidad tántrica propone el
entrenamiento en técnicas tomadas del Yoga que al ser dominadas en el varón
como en la mujer produce la experiencia de una SEXUALIDAD SANADORA. Estas
técnicas consisten en dominar los ciclos y ritmos respiratorios, los músculos
que intervienen en ellos, la conexión de los mismos con los órganos y glándulas
específicos que involucra nuestra sexualidad para así detonar sentimientos,
sensaciones y emociones, que aún siendo parte de la naturaleza humana son
“normalmente desconocidas”.
El dominio de estas técnicas, primero en
cada uno de los compañeros, y luego compartidas, conducen a que a través del
intercambio de una respiración serena y apacible el movimiento ondulante de
ambos cuerpos conlleve a un estado en el que la penetración genital física es
la consecuencia de un estado de fusión y de interpenetración alcanzado
previamente.
En cada inspiración, la mujer expande toda
su capacidad pulmonar bajando el diafragma, expandiendo el abdomen, y dilatando
y abriendo el canal vaginal y el cuello del útero, así como el introito
vaginal. Sus muslos guiados desde sus articulaciones coxo femorales
descontraídas, se abren, se sueltan sin oponer resistencia alguna y, por el
contrario, recibiendo completamente entregada, como una ofrenda de confianza a
su compañero. En este estado, la penetración física se produce sin esfuerzo
alguno, como una caricia. La exhalación complementaria del compañero, hundiendo
su abdomen, contiene al vientre femenino expandido.
Al exhalar, la mujer, hundiendo su abdomen,
y su diafragma llega a sentir su energía de inducción uterina, contrayendo
suavemente el canal vaginal y el cuello del útero.
Así, en este oleaje continuo y constante, el
glande es guiado por la inteligencia biológica, sintiéndose cómodo y
deslizándose en un medio acuoso que, si bien parece desconocido, culmina por
llevarlo al mayor de los conocimientos, el de sí mismo.
En ese deslizamiento, el glande penetra en
el cuello del útero y permanece latiendo con él, en la misma frecuencia.
Un segundo corazón, en el
centro del cuerpo, emite descargas eléctricas, por las piernas los brazos y
hacia la cabeza, mientas ambos corazones, físico y energético, laten juntos,
siendo uno. Esta experiencia AÚN HOY NO EXPLICADA O REVELADO POR LA CIENCIA,
tiene un efecto sanador de toda enfermedad.
En este instante, ambos
compañero recuperan el estado de UNIDAD, nuestro estado genuino, cuya ausencia
es causante de enfermedades. En esta experiencia, ambos reviven, o recrean el
pasaje por el canal de parto.
Tal vez, la informática
tenga hoy más explicaciones la ciencia médica. En alguna célula expectante
guardamos la informática de nuestra biología. La sexualidad tántrica, al darnos
la oportunidad de revivir nuestro nacimiento, es capaz de activar esa célula
expectante que guarda la información del estado genuino de todo ser humano: LA
SALUD PERFECTA Y LA FELICIDAD.
Una vez activada, esta
célula informática tiene le mismo poder de diseminarse que el de una célula
cancerígena, sólo que actúa, ahora para sanar, actuando como un poderoso virus.
Estamos en presencia de un virus benéfico, capaz de borrar, toda información
“negativa” que altera el funcionamiento de nuestros circuitos físico,
emocionales y mentales.
Para quienes hemos tenido
la fortuna de vivir esta experiencia, toda negación de la misma es mera
ignorancia, es mera falta de conocimiento.