Durante
los años 60, el yoga fue una práctica popular entre aquellos jóvenes que
buscaban escapar del materialismo de Occidente, e ingresar a una vida más
espiritual. Pero este milenario ejercicio es hoy en día practicado por todo
tipo de personas, jóvenes y adultos, con dinero o sin él, y sus beneficios son
casi incuestionables.
En
medio de este “boom” por el Yoga, pocos deben ser los que conocen sus raíces.
El yoga practicado en Occidente tiene su punto de partida en el denominado
“yoga Astanga”, creado por el maestro hindú Sriman Krishnamachaya.
El hijo y los discípulos de Krishnamachaya introdujeron el
movimiento en Occidente en los años 60, gozando de una repercusión inmediata.
Dos
maestros del yoga
fueron particularmente influyentes: B.K.S. Iyengar y
Krishna Pattabhi Jois.
Pattabhi Jois enseñando en su escuela de Mysore, en la India meridional,
donde se practica una adaptación del yoga Astanga, a la que le ha incorporado unos
ejercicios de respiración.
Por su parte, Iyengar perfeccionó un yoga que se
focaliza en el ejercicio muscular y en la flexibilidad, el “Hatha yoga”,
cuyo objetivo es la relajación total, mediante ciertos tipos de posturas, algo
que puede ayudar mucho a las muy estresadas mentes occidentales.
La
filosofía del yoga se introduce definitivamente en los años 80, junto a la
fiebre materialista que inundó Occidente, a causa del auge del sistema
financiero.
En esos momentos, la gente ponía todas sus energías en el
trabajo, dejando sin espacio el ocio y la recreación personal. Entonces, muchos comenzaron a experimentar síntomas de tensión por el estrés
que les producía su actividad, y sólo la práctica del yoga lo pudo solucionar.
Al
igual que el budismo o la Kabalá, el
éxito del yoga es en gran parte debido a la publicidad que le hacen muchas
celebridades.
Para
los especialistas,
la
gente está eligiendo el yoga por razones prácticas y estéticas. El yoga
tiene mucho para ofrecer, pues es una mezcla de
ejercicio físico que ayuda a mejorar la estética corporal, con terapia
anti-estrés y mejoramiento del sistema respiratorio y cardiovascular. Sólo
se debe invertir una hora y media diaria, y estos beneficios pueden llegar a
cualquier persona.
Pero
paradójicamente, la aparición del yoga como “defensa” contra el materialismo
desmedido de los años 80, coincidió con su explotación comercial. Sin
embargo, sería erróneo afirmar que la comercialización del yoga ha
tergiversado su esencia.
Todos los instructores señalan que, sean quienes sean
sus clientes, continúan aplicando las doctrinas y máximas del yoga: la
maximización de las energías morales, filosóficas y de meditación.
Según
las antiguas escrituras védicas, que datan de los años 2.500 AEC hasta los 600
AEC, una de las bases de su práctica tiene que ver con lo afirmado en poema
religioso del
Bhagavad Ghita: lo más importante, dice, es "verse bien, para sentirse pleno”. Y
los discípulos occidentales
continúan a rajatabla estas premisas.
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