Poniéndose
en movimiento
La
actividad física no necesita de tiempo y más tiempo, de dedicarle horas (que
muchas veces no tenemos, teniendo en cuenta el trabajo, la familia y todas las
demás actividades) para poder ser beneficiosa para nuestro organismo.
Esta
forma de pensar es una de los grandes obstáculos con los que se encuentra la
persona ocupada que decide empezar a entrenarse. La idea de que de ninguna
forma le alcanzara el tiempo y que no podrá obtener beneficios de su
ejercitación (con todo el trabajo y cansancio que éste acarrea) es una de las
grandes causas de que el comienzo del entrenamiento sea pospuesto, muchas veces
de forma indefinida, bajo la idea de que si bien en este momento no tenemos
tiempo, tal vez el mes que viene si lo tengamos.
Pero
como veníamos diciendo anteriormente, periodos cortos de ejercitación, sesiones
de quince o veinte minutos, repartidas a lo largo del día también pueden ser
beneficiosas, y nos dan la ventaja
agregada de que podremos manejarlas mucho mejor, acomodándolas de la mejor
forma posible (o la mas cómoda) a nuestra agenda.
Así
como los estudios más recientes demuestran que estas pequeñas sesiones ayudan,
al menos en lo que a ejercitar el músculo cardiaco se refiere, también suelen
ser de mucha ayuda para aquellas personas de costumbres muy sedentarias, ya que
pueden servir como un impulsor, una plataforma de salto para empezar con la
realización de actividades físicas.
Esforzándose
La
palabra clave, sin embargo, en todo lo que hemos estado hablando es esfuerzo.
No hay otra salida, si uno quiere realmente trabajar y ejercitar, que realizar
esfuerzo.
La ejercitación que puede ayudarnos a combatir enfermedades cardiacas
es una ejercitación que debe poner al corazón a trabajar con
mas fuerza, lo cual, como cualquier tipo de músculo, hace que con el tiempo se
vuelva cada vez más fuerte. No buscamos ejercitarnos como atletas olímpicos,
pero sí subir la velocidad a la que nuestro corazón palpita.
Para
apoyar esto que estamos diciendo, hay pruebas que nos dan las ciencias médicas
modernas que nos permiten comparar los resultados y los beneficios que se
obtienen cuando se realiza una actividad física exigente, del tipo que
deberíamos realizar; y cuando se realiza una actividad física mucho más
moderada, que no somete a nuestro organismo a ningún tipo de prueba de
resistencia ni de fuerza.
Los
números son bastante categóricos y nos hablan de una reducción del riesgo de
sufrir problemas cardiacos de entre un diez y un veinte por ciento en aquellas
personas que realizan actividades físicas exigentes, de tipo aeróbico, y que
ponen a prueba el vigor. Cuanto más vigoroso el ejercicio, mayores parecen ser los
beneficios obtenidos.
Los
mejores resultados los consiguieron aquellas personas que participaban
regularmente de actividades aeróbicas como correr, trotar, natación, tenis o
aerobics. En cambio, las personas que realizaban actividades aeróbicas mucho
más moderadas como ser caminar, jugar al golf, bailar o trabajar en el jardín
obtuvieron beneficios, pero estos no pasaban en general del diez por ciento
(nótese cuan importante puede llegar a ser la diferencia de reducción de daño
entre uno de los grupos y el otro).
Cuanto
mayor sea la cantidad de ejercicio que se realiza por semana, mayores son
también los beneficios obtenidos.
Cómo
ayuda
Dentro
de nuestro cuerpo suele haber pequeños combates. Entre ellos, uno es el que se
da entre los dos tipos de colesterol, el que normalmente se denomina “bueno” y
el que se denomina “malo”.
La presencia de colesterol bueno
elevado es un marcador de menor riesgo de
afecciones cardiacas, mientras que todos sabemos qué malo que puede llegar a
ser el otro para nuestra salud, como gran causante de problemas de presión
sanguínea y de problemas del corazón, ya
que cuanto más tenemos es porque más grasa tenemos en las arterias y más
problemas de circulación podremos llegar a tener.
¿Cómo
se relaciona esto con el ejercicio y los motivos por los cuales este es tan
bueno para nuestro organismo?
La
ejercitación regular colabora en la
formación de colesterol del denominado bueno, con lo cual ayuda a protegernos
de problemas cardiacos. Por otro lado, estos altos niveles de colesterol bueno
pueden servir para ayudar a reducir el colesterol malo, con lo cual los
beneficios están mas que claros.
Es, como dijimos, una especie de lucha que se
da dentro de nuestro organismo y que el ejercicio ayuda a inclinar hacia el
lado que nosotros queremos que triunfe.
Además,
el ejercicio ayuda a hacer que las células endoteliales se vuelvan más
saludables. Estas son células que se encuentran en las paredes de nuestras
arterias, y su buen funcionamiento y estado de salud ayuda a
prevenir el taponamiento y endurecimiento de las arterias.
A
esto le sumamos el fortalecimiento del músculo propiamente dicho y podemos
claramente ver que los beneficios y los motivos de estos beneficios son muchos,
variados y científicamente lógicos.
Previniendo
dolores
Una
ventaja más del ejercicio en sesiones cortas. Muchas veces, cuando empezamos a
entrenar, especialmente cuando no lo hemos hecho por mucho tiempo (o nunca,
directamente) la primera vez que vamos al gimnasio nos matamos haciendo
absolutamente todo lo que se puede hacer.
Esto suele tener un resultado que no
es exactamente el que deseamos: dolor de espalda y cintura por un esfuerzo
demasiado grande y demasiado prolongado, al que nuestro cuerpo, obviamente, no
está acostumbrado (¿y como podría estarlo, si no es algo a lo que lo hayamos
expuesto habitualmente?).
En
cambio, si partimos nuestro tiempo de ejercitación en dos sesiones de quince o
veinte minutos obtenemos el mismo beneficio y no sometemos a nuestro cuerpo a
un esfuerzo tan prolongado ni que le demande tanto en un momento en que no puede
realizarlo.
Lentamente, iremos acostumbrándonos al ejercicio, sin pasar por las
etapas de dolor que son bastante habituales (las cuales, además, son una de las
grandes causas de que aquellos que recién comienzan abandones los ejercicios,
sintiendo que sólo les está trayendo dolor. Como en casi todas las áreas de la
vida, los beneficios toman tiempo para aparecer, mientras que los problemas son
instantáneos).
Si lo sumamos a la forma en que elimina la excusa de la falta de tiempo,
nos daremos cuenta de que es definitivamente una buena idea que al menos hay que
tener en cuenta.
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