Equilibrio para el tiempo libre

Pautas para alcanzar el balance perfecto entre ocio y obligaciones, sobre todo para los niños


¿Cuánto
es suficiente?

Como con cualquier otro aspecto de
la vida, no debemos olvidarnos que nos estamos enfrentando con individuos, los
cuales, por supuesto, son todos absolutamente distintos y tienen características
propias, y no se pueden hacer generalizaciones sobre la cantidad de actividades
/ horas que deben tener.

Cada persona necesita o puede
afrontar una cantidad de horas distintas para estar fuera de su casa, tomando
clases o haciendo lo que sea. Y también cada persona necesita de un tipo de
actividades distinta. El equilibrio entre obligaciones y tiempo libre es
personal y debe ser encontrado a través de la observación del individuo.

No
se puede obligar a una determinada cantidad de actividad. Cuánta actividad
organizada y con estructura necesita el niños es algo que debe ser descubierto
con el tiempo y la prueba, dejando que las reacciones y la forma en que tanto
el padre como el hijo se sienten demuestre cuándo están en el nivel de
equilibrio más adecuado.

Si se demuestra que el tiempo libre
y las actividades no organizadas son mejores para su desarrollo, entonces estas
tendrán un lugar preponderante. Si, por otro lado, se descubre que el chico
necesita estructura y practicar durante cinco días a la semana, entonces esto
será más importante que el tener mucho tiempo libre.

El momento en que el niño se siente
completo y feliz es el momento del equilibrio.

Vida interior

Todos
tenemos, por naturaleza, una vida espiritual. La tendencia a la introspección
es propia de todos los seres humanos y no hay ninguno que no la desarrolle al
menos en parte. Es importante que sea así, ya que sin vida espiritual no somos
seres humanos completos.

El
chico necesita de este tiempo libre en que no se espera nada en particular de
él, donde no hay grandes expectativas puestas sobre sus hombros y en que puede
ser totalmente libre para poder desarrollar, justamente, esa vida interior de la
que hablamos.

En el apuro, el correr de un lado
al otro y la fiebre por hacer cosas, muchas veces se deja esto de lado, con lo
cual el desarrollo total del niño se vuelve imposible. La naturaleza indica que
con tiempo el chico se inclina espontáneamente a mirar dentro de si mismo para
descubrir quién es, cómo es, qué desea y tener una vida más plena, pero que esto
no lo puede hacer si no le damos este tiempo que necesita.

El
mundo de hoy es un mundo de hacer, no de ser. Esto es una traba para volverse
un ser humano completo.

El precio que pagan los demás

Algo
más a tener en cuenta es que cuando hay más de un niños en la casa, unos
suelen ser arrastrados a las actividades de los otros, sus hermanos. Esto hace que
encontrar el equilibrio sea todavía más complicado. Esto también debe tenerse
en cuenta para hacer las cosas bien.

Es
muy probable que para uno de los niños sea ideal el enfocarse en la práctica
de un instrumento musical. Pero es probable que para sus hermanos esto sea una
tortura sin ningún tipo de beneficio, por tener que asistir a los shows, a los
ensayos y a todo tipo de actividades relacionadas con algo que ellos de ninguna
forma escogieron.

En este caso, ¿cómo se puede medir
si el beneficio de uno puede ser más importante que lo que los otros dos van a
padecer?

Si
alguien más (sea hermano o padre) esta pagando el precio del desarrollo de una
persona, hay que cuestionarse muy seriamente qué tan importante o útil es este
desarrollo particular a largo plazo. No hablamos de que no hay que dejar
de desarrollarse, pero tal vez haya otras formas mejores de hacerlo, que sean más
equilibradas para todos los miembros de la familia.

No
es un intento de que los padres se sientan culpables, sólo de que vean que hay
que considerar todo lo que se pueda tener en cuenta antes de seguir un camino. Es
fácil quedarse atrapado por la locura de estar corriendo todo el tiempo de un
lado para el otro y olvidarse de pensar lo que hacemos.

¿Cómo
enfrentar el problema?

Lo
primero para enfrentar este problema y poder sacarle un poco de presión a
nuestros hijos, es no tratar de juzgar cómo estamos haciendo las cosas a
través de los logros finales que ellos obtienen. Es una forma fácil de sacarse
el problema de encima, pero totalmente injusta.

Lo
primero que deberíamos hacer cuando nos damos cuenta de que estamos enfrentando
a un problema de este tipo es incluir a nuestros hijos en las decisiones que se
tomen al respecto. Ellos también deberían dar la opinión sobre qué es lo mejor
para toda la familia.

Y todos juntos llegarán a la
conclusión de qué es lo mejor para toda la familia, en muchos aspectos de su
horario. Esto incluye desde cuántas actividades y de qué tipo puede cada uno
realizar, cuántas pueden hacer todos juntos, cuántas veces pueden cenar todos
juntos (tomándose todo el tiempo que necesiten para hacerlo) y demás cosas que
los afecten como el grupo de seres humanos que son.

Cuanto más de acuerdo estén todos
en todas las actividades que desean hacer como una unidad, menos posibilidades
hay de que estas les resulten molestas o agotadoras.


Establecer prioridades

Hay cosas que son más importantes
que otras. Las actividades familiares (cenas juntos, visitas a familiares fuera
del núcleo de padres e hijos, etc.) tienen que tener preponderancia por sobre
las actividades individuales.

Cuando
hemos establecido las actividades grupales y sus horarios, recién ahí es el
momento de empezar a planear y ver dónde pueden encajar las actividades
individuales. Y debemos terminar teniendo un horario que no agote a nadie y que
permita a todos explayarse en su tiempo libre con comodidad.

Y
los padres también tienen que tomarse tiempo para ellos como pareja, para
pasarlo juntos y reforzar los lazos que los unen. Es muy común que los
adultos hagan lo contrario, que le den prioridad a las actividades de los
chicos y luego traten de acomodar en los horarios sobrantes lo que ellos desean
o tienen que hacer. Este es, aunque el más común, también el camino más erróneo
para enfocar la cuestión.

Decisiones difíciles

Como
decíamos antes, muchas veces tomar la decisión de qué se va a relegar no es
tarea fácil. Y, principalmente, es muy probable que no sean decisiones muy
populares con nuestros hijos, ya que ellos seguramente querrán hacer
absolutamente todo, en especial si son actividades que sus amigos también
realizan.

Pero hay que tomarlas igual, y si
son decisiones que a la larga son beneficiosas para ellos, hay que soportar su
enojo. No buscamos ser adorados por nuestros hijos, sino hacer lo mejor para
ellos. Si a ellos en el momento los molesta, con el tiempo se darán cuenta de
qué fue lo mejor.

Lo
importante es no rendirse y dejar de tomar estas decisiones, sino actuar
sabiendo que estamos haciendo lo que es mejor. Un buen liderazgo incluye,
siempre, alguna resistencia desde aquellos a los que se debe guiar.

No es
convertirse en un líder autoritario, especialmente considerando que daremos
lugar a las opiniones de todos en la toma de decisiones, pero es hacer lo mejor
para todos más allá de que no les guste totalmente. Si mantenemos nuestra vista
en el objetivo y hacemos lo necesario para conseguirlo, seguramente todos nos
veremos muy beneficiados en el largo plazo.


Y tampoco
debemos sentirnos mal porque las situaciones nos afecten, sólo debemos hacer que
no nos trabe en las reacciones ni en la toma de decisiones. Encontrarnos de
nuevo con el tiempo familiar y el tiempo libre debe ser lo que buscamos y si
para eso hay que sacrificar actividades, no esta nada mal que así lo hagamos.

Tengamos
confianza y actuemos analizando lo que hacemos y seguramente saldremos de este
problema. No es lo que hacemos o conseguimos lo que nos dará, en definitiva, la
felicidad, sino lo que somos y las relaciones que construimos con los demás.

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