Mi
maestro (SAMAEL AUN WEOR) había despertado en mi el interés por probar un cactus
enigmático y difícil de conseguir, después de leer algunos de sus libros donde
hacia mención de la cualidades de esta planta:
“El peyote es muy exigente: hay que tener castidad. PERO ES PARA HOMBRES
CÓSMICOS. Así pues, el peyote es útil, pero hay que saberlo usar, no abusar de
él jamás. Al peyote no lo podemos considerar como droga; es un planta inofensiva
que no forma hábito de ninguna especie y que solamente coopera con la
meditación, cuando se sabe meditar.” (Samael Aun Weor, La Sabiduría del Ser, ED.
Quetzalcoatl, México, 1983).
Así se inició mi primer viaje hacia la zona sagrada de los huicholes. A un lugar
que se encuentra al norte de San Luis Potosí.
Nuestro destino inmediato era
Matehuala, pero como no encontramos boleto a Matehuala, nos dirigimos a la
capital de San Luis Potosí , ahí llegamos a las 4 de la mañana, a las 6 de la
mañana salió el primer autobús hacia Matehuala, por las circunstancias del viaje
iba durmiendo hasta que un pueblo antes de llegar a Matehuala, el autobús hace
una parada, se llena y empiezo a sentir una opresión en el pecho lo cual me hace
despertarme bruscamente ; habíamos entrado a suelo sagrado.
Llegamos a Matehuala en un ambiente lluvioso y nublado lo que nos augura que
nuestro viaje no va atener éxito. Eran las 8 de la mañana y la primera corrida
hacia Wadley (el pueblo de nuestro destino) ya había salido (su salida es a las
7 de la mañana) y la siguiente salida era hasta la una de la tarde.
Así que nos dirigimos al parque central del lugar para esperar a que se llegara
la hora de nuestra salida, mi amigo me dejo a cuidar las cosas mientras el se
iba a conocer la iglesia, para no aburrirme saque un libro y cuando me disponía
a leer, se aparece un muchacho con una bicicleta y como le veo una actitud
sospechosa, cierro el libro y me pongo en guardia, ante mi actitud se retira,
procedo a continuar con mi lectura y lo mismo otro muchacho con una bicicleta
aparece y se coloca cerca de donde yo estaba, me doy cuenta que se quieren robar
nuestras cosas; así que guardo el libro y estoy alerta.
De
pronto el lugar se empieza a llenar de gente, es martes como para que hubiera
tanta gente, me siento observado, analizado, como si fuera un bicho raro, no
puedo casi ni moverme con tantas miradas posándose sobre mi.
Se
llegó la hora de nuestra partida y nos dirigimos a la terminal de autobuses, mi
amigo se adelanta y yo lo sigo a unos cuantos metros de distancia, de pronto
escucho que alguien pronuncia mi nombre como yo se que por esos lugares nadie me
conoce, no hago caso; así que sigo caminando, y por segunda ocasión escucho que
gritan mi nombre como si me llamaran, no hago caso y cuando por tercera vez me
gritan –Luis- entonces volteo rápidamente, pues siento que la intención va
dirigida hacia mi, y entonces veo a un muchacho del lugar que tenía puesta su
mirada en mi, al verse descubierto se agacha y disimuladamente se va hacia otra
dirección.
Abordamos el autobús y después de nosotros se sube un personaje raro y
enigmático que llevaba una caja con un pastel, la cual coloca en la parte de
atrás del autobús, y con insistencia la va a revisar para que nadie coloque
cosas pesadas encima. Ante lo cual mi amigo le dice “en la noche vamos a comer
pastel” y a partir de ahí se inicia entre ellos un dialogo especial y esperado,
platican por ejemplo sobre la tradición de las plantas de poder, etc. De entre
lo que van platicando alcanzo a escuchar frases como esta: “cuando tengo miedo
de mi mismo entonces algo aparece”.
Llegamos a Wadley a la 3.30 PM. El cielo estaba despejado, hacia un sol
esplendoroso, pero al ver hacia el lugar donde pensábamos acampar (el cerro de
las animas) se notaba lleno de nubes negras como si estuviera lloviendo, ante lo
cual el señor que nos encontramos nos dice: “quédense en mi casa esta noche y ya
por la mañana se van a donde quieren, vean como esta, seguramente esta
lloviendo, si quieren comer peyote, yo les digo donde crece por acá cerca”.
Aceptamos la proposición del señor, dejamos nuestras cosas en su casa y nos
dirigimos hacia donde nos había indicado, hacia un lugar ubicado a 2 kilómetros
de distancia del pueblo, ubicar la planta para mi no fue difícil, inmediatamente
encontré mi primer peyote (de 8 gajos, número idéntico a mi numero personal), a
mi amigo le estaba costando encontrar y empezaba a patear el suelo, sucede algo
interesante la primera vez que uno esta buscando peyotes, puede pasar muchas
veces por el mismo lugar y no ve nada y de pronto cuando encuentra uno, ve que
aparecen por todas partes, y donde solo había estaba lleno de cactus, empecé a
comerlo, su sabor amargo inundaba mi paladar y sus efectos empezaban a
manifestarse a través de mis sentidos, para aprovechar al máximo la experiencia
ensaye diferentes cosas: cerré los ojos y me concentre en mi chacra del
entrecejo y empecé a percibir una florecita de colores muy vivos que se abría en un panorama multicolor de una belleza
indescriptible, abrí los ojos, y ahora al cerrarlos entraba en un ambiente de
múltiples figuras geométricas en un fondo color violeta.
Cuando estaba absorto en mis experiencias, mi amigo me interrumpe y me dice que
mejor hagamos una meditación debajo de un árbol cercano, cuando le manifiesto
que estoy de acuerdo con su decisión, escucho un aullido a dos metros de
distancia, no hago caso; y se escucha un segundo aullido, los dos ponemos mas
atención a la situación y nos percatamos que es un aullido de muerte.
Continuará……..