El cambio ¿siempre nefasto y perjudicial?

Los cambios asustan, pero si te niegas a ellos la parálisis será tu condena...



Un
monje llamado Dionysius Exiguus había estudiado en Alejandría la investigación
del tiempo y su medición, cronología. El Papa Juan I le encargó que estableciera
las fechas de las futuras Semanas Santas.

 

Era ese el año
1280 A.U.C., siglas estas que querían decir “Ad Urbe Condita”, es decir
“desde la fundación de la ciudad”. El calendario más usado en aquella
época numeraba los años a partir de la fundación de Roma.

 

Como era un
hombre de retos, Dyonisius se lanzó también a establecer un nuevo calendario
basado en el nacimiento de Jesucristo. Con las limitaciones de su época llegó a
la conclusión de que hacía 525 años del nacimiento del niño Jesús.

 

Al llegar el
año 1,000 la mayor parte del continente europeo se regía por los cálculos del
entusiasta monje.

 

Pero en el
siglo XI, ya con las enseñanzas árabes y los textos griegos y romanos, los
estudiosos confirmaron un error.

 

El monje
calculó los años de acuerdo al movimiento de traslación de la tierra alrededor
del sol, que observaba por la llegada sucesiva de las estaciones y confirmaba
por la posición de los astros.

 

No pudo tomar
en cuenta que esta traslación lleva 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos
como sabemos hoy en día. Así que cada año se fue acumulando un desfase, pero
temían desafiar el poder eclesiástico de la época.

 

Finalmente la
solución la trajo en 1582 el Papa Gregorio XIII, quien valientemente redactó un
edicto restaurando el calendario de acuerdo a la correcta alineación con el sol.
Así que suprimió 10 días al mes de octubre de aquel año, pasando del 4
directamente al 15.

 

Esto trajo
protestas de gente que sentía que le habían “robado parte de su vida”. Las
protestas fueron violentas, y azuzados por líderes ignorantes causaron destrozos
en muchas ciudades europeas. Pedían la anulación de ese “nefasto y perjudicial
cambio”, que increíblemente pensaban les perjudicaba.

 

Afortunadamente
el “calendario gregoriano” se fue imponiendo y hoy en día aunque se siguen
citando los calendarios judío, chino y japonés, el mundo marca con mayor
precisión sus fechas, haciendo posible una mejor sincronización de sus
actividades.

 


LO NEGATIVO:

Oponernos irreflexivamente a cualquier cambio, y sentirnos robados por

él.

LO
POSITIVO:

Dar la
bienvenida al cambio, como parte esencial del progreso humano.

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