El
jasidismo fue un movimiento de revitalización espiritual y renovación de la
tradición judía que vio la luz hace varios siglos entre las masas judías de
Europa Oriental.
Una de
sus características principales es el empleo de parábolas y cuentos maravillosos
como instrumento de crecimiento espiritual. Estas historias, popularizadas por
el filósofo Martín Buber, tuvieron una aceptación que trascendió largamente los
límites de la comunidad judía.
Aquí les presentamos tres
ejemplos…
El trigo de
la locura
Los Jasidim cuentan una parábola; "Hace muchos años vivía en un lejano país un
sabio rey, que tenia gran cantidad de ministros y consejeros. Un año, al
acercarse el tiempo de la cosecha, vino uno de los ancianos al rey. Había en
su rostro evidentes signos de desazón. Qué te
sucede?, preguntóle el rey. -Se trata de algo que he visto en las estrellas, Su
Majestad.
–
Habla! Inquirió el rey.
–
He visto en las estrellas algo terrible, todos los que coman de la nueva cosecha
se volverán irremediablemente locos.
–
Podemos darle al pueblo de la cosecha anterior?
– No,
dijo el anciano, no hay suficiente, pero si hay cantidad suficiente para que
Ud. y yo comamos durante todo el año y así nos salvemos de la locura.
El sabio rey meditó unos instantes y luego dijo; -No, no comeremos de
la cosecha vieja. ¿De qué nos serviría ser los únicos cuerdos en un país de
locos? Seríamos nosotros tomados por locos.
Comeremos de la cosecha nueva,
pero nos haremos cada uno una marca en la frente, entonces viviremos entre
locos y no notaremos la diferencia, pero al vernos a la cara, veremos las
marcas en nuestras frentes y recordaremos que estamos cuerdos y que toda la
locura que vemos y nos parece natural, sencillamente no lo es".
El sabio y el tonto
Cuando el Rabí entró en la sala donde estaban sus alumnos, los encontró
enfrascados en una discusión acerca de quién es un sabio y quién es un tonto.
Después de un rato le preguntaron al Rabí como él los definía a ambos.
El Rabí les contestó:
EL TONTO ES AQUEL QUE DICE LO QUE SABE.
EN CAMBIO, EL SABIO ES EL QUE SABE LO QUE DICE.
Abraham y Lot
El rabi de Berdischev llegó a Lemberg y pidió hospitalidad a un hombre
acaudalado, sin revelarle su nombre.
-¡No doy alojamiento a viajeros! Fue la respuesta. – Esto no es un albergue!
-Carezco de recursos- insistió el rabi-. Déjeme estar en un rincón, prometo no
molestarle.
-¡Fuera de aquí!
-Vete a casa del maestro, que vive a la vuelta. El suele hospedar a gente de tu
calaña.
Rabi Levi Itzjak hizo lo que se le aconsejaba. El maestro le dio hospitalidad
sin inquirir quien era. Pero en el camino alguien lo reconoció.
De inmediato, se esparció por la ciudad la voz de que el santo rabi de
Berdischev estaba en casa del maestro.
Una multitud de devotos se congregó junto a la puerta y se hizo un largo desfile
de personas que querían recibir la bendición del rabi. Entre ellos estaba el
hombre acaudalado.
-Ruego a nuestro señor y maestro -dijo- que me perdone y se digne albergarse en
mi casa. Todos los tzadikim (sabios) que han visitado a Lemberg se han hospedado
en ella.
Rabi Levi Itzjak se volvió a los presentes:
-¿Saben ustedes- preguntó- cuál era la diferencia entre nuestro padre Abraham y
Lot?
¿Por qué se cuenta con tanto lujo de detalle que Abraham agasajó a los ángeles
con manteca, leche y becerro tierno y bueno? También Lot amasó un pan y les
ofreció comida. ¿Por qué se considera un privilegio que Abraham los haya
hospedado en su casa? También Lot les dio albergue.
La diferencia está en que se dice "los ángeles vinieron a Sodoma", pero respecto
a Abraham está escrito: "y alzó sus ojos, miró, y he aquí tres varones que
estaban junto a él".
Lot vio ángeles. Abraham, peregrinos cubiertos de polvo, necesitados de descanso
y reposo.