A
los 8, aprendí que mi padre podía
decir un montón de palabras que yo no podía.
A los 9, aprendí que mi profesora solo me preguntaba cuando yo no sabía la
respuesta.
A los 10, aprendí que era posible estar enamorado
de cuatro chicas al mismo tiempo.
A los 11, aprendí que mi mejores amigos eran los que siempre me metían en líos.
A
los 12, aprendí que, si tenia problemas en la escuela, los tenia mayores todavía
en casa.
A los 13, aprendí que, cuando mi
cuarto quedaba del modo que yo quería, mi madre me
mandaba a ordenarlo.
A
los 15, aprendí que no debía descargar mi frustraciones en mi hermano menor, por que mi padre tenia frustraciones
mayores y la mano mas pesada.
A los 20, aprendí que los grandes problemas siempre empiezan pequeños.
A los 25, aprendí que nunca debía elogiar la comida de mi madre, cuando estaba
comiendo algo preparado por mi mujer.
A los 28, aprendí que se puede hacer, en un instante, algo que te va a hacer
doler la cabeza la vida entera.
A los 30, aprendí que cuando mi mujer y yo teníamos una noche sin chicos,
tiempo hablando de ellos.
A los 33, aprendí que a las mujeres les gusta recibir flores, especialmente sin
ningún motivo.
A los 34, aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.
A los 36, aprendí que existen dos cosas esenciales para un buen casamiento:
cuentas bancarias y baños separados.
A los 38, aprendí que siempre que estoy viajando quisiera estar en casa y
siempre que estoy en casa me gustaría estar viajando.
A los 39, aprendí que puedes saber que tu esposa te ama, cuando sobran dos
croquetas y elige la menor.
A los 41, aprendí que nunca se conoce bien a los amigos, hasta que se comparten
vacaciones.
A los 42, aprendí que si estas llevando una vida sin fracasos, no estás
corriendo los suficientes riesgos.
A los 44, aprendí que puedes hacer a alguien disfrutar el día, con solo
enviarle una pequeña postal.
A los 46, aprendí que la calidad del servicio de un hotel es directamente
proporcional al grosor de sus toallas.
A los 47, aprendí que niños y abuelos son aliados naturales.
A los 49, aprendí que si cuidas bien de tus empleados ellos cuidaran bien de
tus clientes
A los 51, aprendí que solo llego tarde al trabajo cuando mi patrón llega
temprano.
A los 54, aprendí que el objeto más importante de un escritorio es la papelera
de reciclaje.
A los 55, aprendí que es absolutamente imposible tomar vacaciones sin engordar
cinco kilos.
A los 63, aprendí que es razonable disfrutar del éxito, pero que no se debe
confiar demasiado en él y además que no puedo cambiar lo que pasó pero puedo
dejarlo atrás.
A los 64, aprendí que la mayoría de las cosas por las cuales me he preocupado
nunca suceden.
A los 66, aprendí que las personas que dicen "el dinero no es todo",
generalmente tienen mucho dinero.
A los 67, aprendí que si esperas a jubilarte para disfrutar de la vida,
esperaste demasiado tiempo.
A los 71, aprendí que nunca se debe ir a la cama sin resolver una pelea.
A los 72, aprendí que si las cosas van mal, yo no tengo por que ir con ellas.
A los 76, aprendí que envejecer es importante, si eres un queso.
A los 92, aprendí que todavía tengo mucho por aprender.