A veces nos ocurre que por mucho interés que pongamos a un tema que trata sobre un asunto que nos puede orientar en la solución de un problema que nos aqueja, sucede que no logramos alcanzar el objetivo a pesar de haber comprendido y aceptado como cierto lo que leímos o la orientación recibida.
Y nuestra frustración se hace mayor al ver con que naturalidad algunas personas nos dicen que es muy fácil lograr dicho objetivo, alegando además que se puede salir de la situación por muy agobiante que nos parezca, y que solo basta proponérselo.
Para complemento de ello, los textos al respecto, terminan con frases tales como: ¡Cambiar de polaridad depende solo de usted! ¡Basta que usted quiera cambiar de actitud! Y uno exclama con un dejo de asombro: ¡Pero si eso es lo que más deseo!
Peor aun es el resultado si nos dedicamos a seguir al pie de la letra aquello de la perseverancia o fuerza de voluntad, mediante el cual lo único que alcanzamos es frustración y cansancio.
Y al final de tantos intentos fallidos concluimos que definitivamente tenemos algún defecto psicológico, o un “no se que” que nos impide poder cambiar el rumbo de nuestras vidas.
Aunque la ansiada respuesta a estas interrogantes es muy sencilla, es bastante difícil alcanzar la solución, debido a que realmente la misma no está en nuestras manos, pero si depende de nosotros buscarla.
Tratando de resumir, podemos decir, que cuando ocurre un hecho en nuestras vidas que causa un desajuste emocional, bien sea por motivos sentimentales, económicos, de enfermedad, etc., automáticamente cambiamos del polo positivo al polo negativo; y si continúan suscitándose acontecimientos que consideramos nefastos, nos hundimos cada vez más en el pantano de la adversidad, y ya no podemos salir. Y más grave aun si nuestra situación proviene de una mala infancia.
Así, sin darnos cuenta nos vamos acostumbrando a lo sombrío de la negatividad, y permanecemos abrumados por un sentimiento de melancolía, impidiéndonos ver el milagro de la vida.
Muchas veces utilizamos las energías negativa para sobrevivir, creándonos una existencia forzada.
De esta manera hablamos solo de acontecimientos negativos, no sentimos agradecimiento por a vida, nos rodeados de personas que piensan igual, y efectuamos actos incorrectos, debido al miedo y la incertidumbre que en esos momentos rige nuestras vidas producto de la Fe perdida, o mas exactamente, que como la Fe pertenece al polo positivo, no existe en el nefasto polo en que nos encontramos y por lo tanto no podemos asirnos a ella.
A veces cuando ya la tristeza ha hecho mella en la mente sumiéndonos en la depresión, buscamos ayuda profesional, pero ésta sin orientación espiritual nos convierte en fármacos-dependientes, empeorando aun más nuestro estado anímico.
Y en los peores casos, de manera inconsciente, nos generamos una enfermedad física para justificar ante los ojos de los demás nuestro malestar o nuestra imposibilidad de alcanzar algún logro.
Por fortuna existen personas que, por sí mismas o a través de instituciones religiosas, tiene la misión de imponer las manos para limpiarnos el aura, el alma, librarnos de pecados, o como se le denomine según la creencia que se profese, ayudándonos a salir del fango en que estamos hundidos.
Los más efectivos son los maestros espirituales y los iluminados, es por ello que cuando asistimos a una charla o taller dictado por alguno de ellos se produce de manera inmediata un cambio radical en nuestras vidas porque hacen verdaderos milagros.
Se distinguen del común de los humanos por el brillo que emanan sus ojos y por la dulzura de sus palabras exentas de todo tipo de juicio.
Pero como ellos no abundan y además nos cuesta reconocerlos debido a que no podemos ver fuera lo que no tenemos dentro, porque solo después de una experiencia con lo Supremo es que podemos identificar los santos vivientes.
No obstante la iglesia católica tiene un movimiento llamado “Renovación Carismática” en el cual realizan “misas de sanación”, oran e imponen manos, y muchas personas han logrado despertar del estado negativo y reactivar la Fe.
También existe un movimiento japonés, llamado “Arte Mahikari” (Arte de transmisión de la Luz Divina), el cual, sin distingo de ningún tipo, se encargan de imponer las manos para eliminar la esencia tóxica y purificar el nivel físico, espiritual y mental.
De igual manera existen Pastores en las iglesias evangélicas con elevado crecimiento espiritual.
Cualquiera de estos medios es verdaderamente efectivo, y notamos, una vez que hemos logrado la limpieza de nuestro ser, la cual es fácil determinar por la paz que sentimos en nuestros corazones y la alegría o gozo que experimentamos, que ya podemos entender los textos y opiniones sobre autoayuda, de manera tal, que no solo lo ponemos en práctica, sino que deseamos orientar a quienes se encuentran en dificultades.
Solo es cuestión de paciencia, ya que requeriremos de varias sesiones para comenzar a sentirnos bien (solo los maestros espirituales pueden lograr cambiarnos de polo de una sola vez por los milagros que realizan).
En principio notaremos sensaciones dolorosas en nuestro cuerpo, o jaquecas; aunado a que debemos acompañar nuestra purificación o limpieza con ausencia de palabras impuras y de todo tipo de juicio, lo que por nosotros mismos sería imposible, pero una vez purificados es verdaderamente sencillo y ya no perdemos el tiempo en hablar cosas banales o negativas.
Espero haber servido de ayuda a quienes estén atravesando una situación difícil.
Por Isabel Yánez Álvarez
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