Hay una vieja historia, hoy difundida ampliamente
por Internet en mil versiones, que
quiero compartir con mis lectores: Habla de un viejo sacerdote budista que
junto con sus dos alumnos recorría los campos enseñando las lecciones básicas
de la vida. Llegaron al vecindario más triste y desolador que habían visto
jamás.
El monje buscó la casa más pobre, la más desvencijada, y pidió posada. Vivía ahí una familia muy pobre,
compuesta por un hombre ya mayor, su mujer y sus tres hijos casi adolescentes.
Los discípulos, acostumbrados a ver pobreza, se sorprendieron de la forma tan
miserable en que vivían.
El jefe del hogar les explicó que no podía
compartir con ellos la escasa comida, y que en la casita apenas cabían ellos.
Pero el sacerdote insistió y quedaron alojados para pasar la noche en el
pequeño establo en el que había una sola vaca.
Era ésta el único sustento real de la familia. La ordeñaban todos los días,
y era su poca leche todo el ingreso con que contaban. No era extraña pues,
aquella miseria.
Cuando aún no había amanecido el maestro
despertó a los discípulos y les pidió tirar la vaca por el barranco cercano,
matándola. Después desaparecieron en la
sombra de la noche.
¿Por qué esa acción tan terriblemente cruel? ¿De qué viviría ahora esa
miserable familia?
Dos años después regresaron. Y apenas pudieron
reconocer la casa aquella. Estaba ahora arreglada y limpia, en el establo había
tres vacas y en la huerta, totalmente sembrada se veían las matas de maíz, las
zanahorias y las lechugas.
El hombre relató lo que había pasado. “Después que ustedes se fueron
ocurrió una tragedia. Nuestra vaca se salió del corral y se mató al caer por el
precipicio”.
Y les contó las angustias de quedar sin el miserable sustento y cómo no
les quedó más remedio que ponerse a trabajar para otros granjeros, y
aprendieron a sembrar su huerta.
Descubrieron que comían mejor, y al vender lo que sobraba, pudieron comprar
tres nuevas vacas y arreglar el corral y la casa. El sacerdote budista miró a
los alumnos. Comprendió en su sonrisa que habían aprendido la lección. ¿La
aprenderemos usted y yo?
LO NEGATIVO: Creer que lo contrario del
éxito, es el fracaso.
LO POSITIVO: Comprender
que realmente lo contrario del éxito es la mediocridad que produce el conformismo.