Sólo por hoy

Todos, ante la inminencia de un nuevo año empezamos con muchos propósitos nuevos y nos damos cuenta  que muchas veces se quedan solo en eso. Ojalá que en este año solo tengamos un propósito SOLO POR HOY

1. Sólo por hoy, seré feliz. La mayoría de las personas son tan felices como deciden serlo. La felicidad es algo interior; no es asunto de afuera.

2. Sólo por hoy, trataré de adaptarme a lo que es y no trataré de ajustar todas las cosas a mis propios deseos. Aceptaré a mi familia, mis negocios y mi suerte como son y procuraré encajar en todo ello.

3. Sólo por hoy, cuidaré de mi organismo. Lo ejercitaré, lo atenderé, lo alimentaré, no abusaré de el ni lo abandonaré, de forma que será una máquina perfecta para mis cosas.

4. Sólo por hoy, trataré de vigorizar mi espíritu. Aprenderé algo útil. No seré un haragán mental. Leeré algo que requiera esfuerzo, meditación y concentración.

5. Sólo por hoy, ejercitaré mi alma de tres modos. Haré a alguien algún bien sin que lo descubra. Y haré dos cosas que no me agraden hacer, sólo para ejercitarme.

6. Sólo por hoy, seré agradable. Tendré el mejor aspecto que pueda, me vestiré con la mayor corrección a mi alcance, hablaré en voz baja, me mostraré cortés, seré generoso en la alabanza, no criticaré a nadie y no encontraré defectos en nada.

7. Sólo por hoy, trataré de vivir únicamente este día, sin abordar todo el problema de mi vida de una vez. Puedo hacer en doce horas cosas que me espantarían, si tuviera que mantenerlas durante una vida entera.

8. Sólo por hoy, tendré un programa. Pondré por escrito lo que espero hacer cada hora. Puede que no siga exactamente el programa, pero lo tendré. Eliminaré dos plagas: la prisa y la indecisión.

9. Sólo por hoy, tendré media hora tranquila de soledad y descanso. En esta media hora pensaré a veces en Dios, a fin de conseguir una mayor perspectiva de mi vida.

10. Sólo por hoy, no tendré temor y especialmente no tendré temor de ser feliz, de disfrutar lo bello, de amar y de creer que los que amo, también me aman.

Autor Sibyl F. Partridge

"Una persona feliz no es alguien que se halla en una determinada serie de circunstancias, sino más bien alguien que adopta una determinada serie de actitudes".*

En su libro titulado "Del sufrimiento a la paz", el Padre Ignacio Larrañaga nos da un sabio consejo:

"Es tiempo perdido y pura utopía el preocuparse por hacer felices a los demás si nosotros mismos no lo somos; si nuestra trastienda está llena de escombros, llamas y agonía. Hay que comenzar, pues, por uno mismo. Sólo haremos felices a los demás en la medida en que nosotros lo seamos.

La única manera de amar realmente al prójimo es reconciliándonos con nosotros mismos, aceptándonos y amándonos serenamente. No debe olvidarse que el ideal bíblico se sintetiza en ”amar al prójimo como a sí mismo”.

La medida es, pues, uno mismo; y cronológicamente es uno mismo antes que el prójimo. Ya constituye un altísimo ideal el llegar a preocuparse por el otro tanto como uno se preocupa por sí mismo. Hay que comenzar, pues, por uno mismo."

Quizás has tenido hasta ahora una vida muy difícil y llena de sufrimientos. Crees que esta tierra es un valle de lágrimas donde no puedes ser feliz debido a tus circunstancias. ¡Te equivocas! Dios nos creó para ser felices; tú debes reclamar ese regalo que El te ofrece cada día.

Primeramente, la felicidad no es algo que se siente automáticamente en toda circunstancia. Es un proceso, un modo de vida, un hábito que se aprende como cualquier otro. Segundo, no puedes dejar que otras personas determinen si vas a ser feliz o no. La felicidad debe provenir de ti misma, no de los que te rodean. No des poder a otras personas para dártela o robártela.

A veces, nosotros mismos ponemos obstáculos a nuestra propia felicidad, al no aceptar lo que no podemos cambiar. El árbol que permanece plantado sin romperse es el que se dobla cuando viene la tempestad. No te enfrentes a quien no puedes cambiar o convencer. Simplemente calla y pon tus energías donde sí podrán dar buen fruto.

Quizás tu poca autoestima es el resultado de todo lo que te ha sucedido desde que naciste hasta el día de hoy. Sin embargo, tu auto imagen debe cambiar para poder aprender el hábito de ser feliz. Deja de sentir lástima de ti misma y de verte como una víctima. Trata de hacer cambios en tu comportamiento y en tu actitud según sea necesario.

Tenemos que aceptar lo que no podemos cambiar, pero debemos tratar de cambiar lo que está a nuestro alcance cambiar.

Con respecto a hacer la paz contigo misma, en otra sección de este tema hemos hablado de perdonar no solo a los que te hicieron daño, sino también de perdonarte a ti misma. Ahora debes ir aún más lejos para poder ser feliz.

Puesto que la felicidad es algo que Dios te ofrece pero que tú decides aceptar, debes aprender a cuidarte y tratar de ser feliz diariamente, a pesar de todo lo que te suceda. Aprende día a día ese hábito y en pocos años será parte de ti misma. Cada vez que te sientas sola, triste o deprimida, repite la frase: "tengo derecho a ser feliz, Dios me ama y me creó para que fuera feliz".

Aprendemos nuestros comportamientos y recibimos nuestra autoestima de las personas que nos rodean desde que nacemos. Ellas nos escucha o nos ignoran; nos maltratan o nos dan amor; nos mandan a callar o nos dan la respuesta que necesitamos. Según los expertos, al llegar a la adolescencia las personas ya han aprendido que son lindas o feas, inteligentes o tontas, trabajadoras o vagas. Nuestra mente ha sido programada y dicha programación, si es negativa, a veces hay que cambiarla.

El único modo de cambiar un mal hábito o una mala actitud, es programar de nuevo nuestra mente. Puesto que de nuestros pensamientos surjen nuestros sentimientos primero y nuestras acciones después, debemos cambiar el modo de pensar.

Dios puede ayudarte a transformar tus pensamientos negativos en positivos y llenarte de felicidad, si se lo permites. Su amor es más que suficiente para ti, como bien dijo Santa Teresa de Jesús:

Nada te turbe,
Nada te espante
Dios no se muda,
la paciencia todo lo alcanza
Quien a Dios tiene
nada le falta
Solo Dios basta.

Tomado del libro "Un segundo plato de sopa de pollo para el alma", por Jack Canfield y Mark Victor
Hansen, publicado por Health Communications, Inc.

Promesa de gran valor pedagógico: "Sólo por hoy"

Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.

Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, seré cortés en mis maneras, no criticaré a nadie, y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí misma.

Sólo por hoy seré feliz con la certeza de que he sido creada para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en éste.

Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se adapten a mis deseos.

Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que así como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, la buena lectura lo es para la salud del alma.

Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

Sólo por hoy creeré firmemente – aunque las circunstancias me indiquen lo contrario – que la paternal providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.

Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo a gozar de lo bello y a dejarme conquistar por la bondad. Puedo hacer bien durante doce horas; lo que me abrumaría pensar que tengo que hacer durante toda la vida.

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