Utopía
Un
niño leía un libro y encontró una palabra que no entendía. Se acercó a su
papá y le preguntó:
¿Me puedes decir qué
es utopía?
Después
de meditar por un instante el papá le respondió:
Utopía
es algo parecido a un arco iris. Es hermoso pero inalcanzable.
Caminas
hacia él un metro y se aleja un metro de ti; caminas otros cien metros y se
aleja cien metros más; caminas kilómetros y se aleja kilómetros.
Entonces
la utopía no sirve para nada -le dijo el niño con tono de decepción.
Por
el contrario -le contestó el papá -. Sirve para caminar.
Un
minuto para mirar el cielo
Estaba
el Rabí Najman de Braslov junto a la ventana mirando la calle.
Vio
a Jaikl, que corría desalentado a sus negocios.
Lo
llamó.
-Estoy apurado, Rabí, los negocios…las preocupaciones…
-Ven
Jaikl, tranquilízate. Dime: hoy alcanzaste a mirar el cielo?
-No
maestro, es que yo…
-Ven,
colócate aquí junto a mi, frente a la ventana. Qué ves?
-Veo carros, caballos, hombres que van y vienen.
-Pero
yo no estaré, tampoco tú estarás, Jaikl. ¿Por qué tanto apuro, Jaikl?
-Negocios,
maestro…
-¿Negocios?
Qué mal negocio estás haciendo con tu vida, Jaikl, si no tienes un minuto
libre para mirar el cielo.
Un
ciego con luz
Había
una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una
noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.
En
determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo
reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.
Entonces,
le dice: ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú
no ves..
A
lo que el ciego responde: – Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo
conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros
encuentren su camino cuando me vean a mi…
No
solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para
que otros puedan también servirse de ella.