Hombres y mujeres frente al envejecimiento

El paso de los años incide en hombres y mujeres de manera diferente, tanto desde el aspecto cultural como desde el biológico. Claves para superar los prejuicios y vivir en plenitud.

En los hombres, las
primeras canas y arrugas suelen considerarse signos de elegancia y seducción,
mientras que en las mujeres, estos mismos aspectos pueden ser el comienzo de una
encarnizada lucha por erradicarlas.

Por
eso, algunos especialistas sostienen que, si bien el proceso de envejecimiento
comienza tanto en el hombre como en la mujer a los 25 años, en términos
sociales, las mujeres llegan  a la vejez diez años antes que los hombres.

Sucede
que, en ellas, la sociedad suele considerar como un atributo fundamental a la
belleza física, por lo que es necesario que luzcan sus cuerpos siempre jóvenes
y en espléndido estado. Pero como en el caso de los hombres lo fundamental
pareciera estar en la cabeza, antes que en el cuerpo, su aspecto externo no
cobra tanta relevancia como en sus pares femeninos, y de hecho los primeros
signos de envejecimiento parecieran estar relacionados simplemente con una mayor
experiencia.

De
esta forma, es muy común que las mujeres comiencen a recurrir a las cirugías
estéticas y todo tipo de tratamientos anti-edad apenas llegan a los 40,
mientras que los hombres suelan hacer esto mismo (y en mucha menor medida) recién
cuando entran en los 50.

Pero
además, algunos expertos señalan que como el cuerpo de la mujer debe afrontar
la menopausia, y sus consecuentes cambios hormonales, esto produce en las mismos
un proceso de envejecimiento mayor que en los hombres, ya que cuando ellos
sufren la andropausia, sólo experimentan cambios psicológicos.

Incluso,
señalan los dermatólogos, la piel de la mujer suele comenzar a tener arrugas a
partir de los 20 años, de forma fina y sutil, mientras que estas características
no llegan a exponerse en el varón sino hasta que el mismo está cerca de los 40
años, aunque, en este caso, las arrugas aparecen de forma profunda y
pronunciada.

Según
estos especialistas, esto último sucede por que la dermis de los hombres es más
gruesa y seborreica, lo cual los protege de la acción de los radícales libres.
No en vano las mujeres consumen el 70 por ciento de los productos anti-edad con
antioxidantes destinados a combatir los radicales libres.

En favor de
las mujeres

Según
señalan los expertos, esta característica social anteriormente descripta,
tiene también un fundamento biológico. Como las culturas en general consideran
jóvenes a quienes pueden seguir reproduciéndose, es claro que el hombre -que
puede tener hijos incluso cuando ya ha superado los 70 años- aventaja a la
mujer, que sólo los puede procrear hasta la llegada de la menopausia, alrededor
de los 50.

Pero
más allá de las valoraciones sociales, se podría pensar que, en términos
naturales, las mujeres envejecen más lentamente que los hombres, pues suelen
morir diez años más tarde. Según los especialistas, esto se explica porque
los estrógenos actúan como protectores de las agresiones externas que aceleran
el envejecimiento, mientras que, al tener un metabolismo con una asimilación más
lenta, las mujeres también pueden resistir mejor lo adverso que se encuentra en
el ambiente.

Lo que ellos y
ellas deben saber

Con
todo, existen factores que afectan de igual manera tanto al hombre como a la
mujer, los que sería muy importante prevenir en ambos casos. Entre ellos, se
destaca por sobre todo el estilo de vida, incluso por encima que la carga genética,
ya que estos últimos factores pueden alterarse, para bien o para mal, según el
tipo y calidad de vida que se lleve, principalmente teniendo en cuenta el cómo,
donde, y con quién (es) vive el hombre o la mujer.

Entre
estas cuestiones, será muy importante qué grado de exposición al sol se
tiene, pues los rayos ultravioletas que el mismo trasmite llevan consigo una
enorme cantidad de radicales libres.

De
la misma forma, el consumo de tabaco jugará un papel fundamental para
determinar la aceleración o disminución del proceso de envejecimiento. Sucede
que la nicotina trastorna la circulación y cambia el color de la piel, lo cual
le da un aspecto más viejo.

Por
último, el estrés será otra de las cuestiones a tener muy en cuenta. Este
trastorno suele llevar a una falta de sueño y otro tipo de anomalías que
atentan contra la salud, que se verifican sobre todo en la piel, pues las
arrugas suelen en muchos casos ser el simple reflejo de lo que le sucede
internamente a una persona tensionada.