Esta costumbre
se inicia con los egipcios y los romanos, para quienes era una moda popular. En
la antigüedad se pensaba que las
pelucas hechas con pelo de gente muerta (tal
vez de herejes), podían influir negativamente en sus portadores, y hasta incluso
la Iglesia, emprendió una guerra feroz contra las cabelleras postizas, al
extremo de no bendecir a una persona con peluca.
Incluso, el
Concilio de Constantinopla en el año 629, excomulgó a quienes la utilizaran.
Tanto era el rechazo de la Iglesia, que increíblemente no fue hasta 1517 cuando
Isabel I, la reina virgen, cortó su propio pelo y comenzó una selección de
pelucas (muchas de ellas anaranjadas), haciendo crecer la popularidad de las
mismas.
Su utilización
ha sumado motivos en los últimos tiempos. Antes por razones estéticas
complementarias, hoy por la imposibilidad de hacer crecer el cabello en
determinados casos, disimulando la calvicie.
Las pelucas mas
utilizadas, por ser las que mas se acercan a lo estético, son las de cabello
natural, pudiéndose elegir texturas, colores, clases, peinados y hasta la
posibilidad de encargarlas a medida. Con un precio menor (proporcional a la
naturalidad), están las pelucas sintéticas que duran años, aunque un poco menos
que las anteriores.
El precio
depende del tamaño y del color (y de cuánto quiera uno disimular que se trata de
una peluca: cuando más natural parezca, más caro puede resultar su costo) y se
deben tener en cuenta los costos de mantenimiento.
Los avances de
la tecnología en este campo, en relación con las pelucas que usaban nuestros
abuelos, residen sobre todo en los métodos de fijación al cuero cabelludo,
superando a la cinta adhesiva o el pegamento, que históricamente han sido motivo
de momentos bochornosos para quienes sufrían un repentino “vuelo” de su peluca.
Uno de los
métodos es el entretejido, en que la peluca se forma con cabello natural tejido
a una red, que a su vez se entreteje al cabello que queda en el usuario.
El
aspecto negativo de esto que muchas veces se produce la llamada alopecia por
tracción permanente, y provocando problemas dermatológicos graves. Además,
como el cabello crece un centímetro mensualmente, es esperable un aflojamiento
del entretejido, incluso ya en la primera semana.
Esto hace que
quien aplique este método, deba hacer un ajuste cada seis semanas y que comience
a perder el cabello que sostiene la peluca, debido a la tracción, ya a los seis
meses.