La memoria ha suscitado desde la antigüedad hasta el presente la curiosidad y el asombro de las más diversas disciplinas: filósofos, historiadores, biólogos, médicos, psicólogos y más recientemente, ingenieros en computación. Los griegos la adoraron y la erigieron en bella diosa: Mnemosina, esposa de Zeus.
Cuestión interdisciplinaria desde antaño, que ha logrado en estas últimas décadas grandes avances gracias a los aportes fundamentales de las neurociencias y la psicología cognitiva.
No obstante, aspectos del sorprendente funcionar de la memoria permanecen aún en el misterio y en tinieblas, a la espera de respuestas y nuevos descubrimientos.
La memoria es un complejo sistema de funcionamiento psicobiológico, sus bases son orgánicas y psicológicas, y su actividad nos permite hacer presentes los vestigios de un pasado. Sin ella, nuestro mundo de relación se debilita y perdemos identidad.
Frente a horizontes prometedores, surgen también ciertos miedos y temores.
En término de un siglo, la expectativa de vida se ha duplicado, las pirámides demográficas mundiales se han invertido, ha decrecido la natalidad y se han alargado considerablemente los años de vida post jubilatorios, y consecuentemente, la etapa de la vejez se convierte en la más larga de la vida.
La realidad es que con el correr de los años, cada vez más centenarios apagan las velas de la torta de cumpleaños. Junto a esto, aparecen otras realidades no tan felices, que inquietan y preocupan. Son las patologías del funcionamiento cerebral que alargan los tristes períodos de dependencia humana total.
La enfermedad de Alzheimer, y otras tantas, se erigen como fantasmas que no respetan niveles sociales, ni credos, ni educación alguna.
El imperativo social de lucir siempre joven y negar el paso del tiempo, son ilusiones compradas por multitudes que no favorecen la búsqueda de estrategias laboriosas que impliquen compromiso y trabajo mental y psicoafectivo diario.
Mantener una salud integral considerable a pesar de los críticos tiempos, una mente ágil y una memoria despierta, es el desafío de los tiempos actuales.
La memoria no se recoge como monedas del cielo, ni pasivamente, ni asistiendo a un ligero curso de verano. No se compran pastillas milagrosas para que esta germine. El día que así sea, serán seguramente los medicamentos más solicitados del mundo. No hay trasplantes ni lifting.
La memoria no reside en un órgano específico, sino en estructuras tálamo corticales, un conglomerado de nudos neuronales interconectados, cuyo funcionamiento es beneficiado o perjudicado por factores que pertenecen al mundo anímico del sujeto.
Se incluye dentro de las funciones mentales superiores y esta íntimamente relacionada con otras no menos importantes (atención, imaginación, motivación, comprensión, lenguaje) formando el todo maravilloso de la arquitectura cerebral.
Funciones que deben ser estimuladas globalmente, sistemática y cotidianamente, a los efectos de conservarlas y potenciarlas. Hay métodos modernos y creativos para ello, con técnicas de multi estimulación.
En los altos años de la vida, ésta es una tarea que nos convoca a todos: realizar el esfuerzo y asumir un rol protagónico en la construcción de nuestros recuerdos.
El descubrir el fascinante mundo asociativo de la memoria motivará sin duda el crecimiento de nuestro mundo interior afectivo y mental, con los consiguientes beneficios en nuestra vida de relación presente y futura.
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