Cómo lograr que los adolescentes sean más responsables
Adolescencia y responsabilidad no suelen ser sinónimos y por ello, muchos padres y madres utilizan la disciplina punitiva para educar a sus hijos adolescentes. Los resultados que obtienen, si es que consiguen algún resultado, no duran, ¿por qué?
Pues la respuesta es bien sencilla, al no estar motivados por sí mismos a realizar la tarea, los jóvenes no consiguen interiorizarla y desde que sus padres bajan la guardia… dejan de llevar a cabo las actividades que se suponen, son su responsabilidad. ¿Cómo podemos ayudarlos?
Conseguir que los adolescentes aprendan a ser más responsables es muy fácil si empleamos la disciplina positiva, en este artículo aprenderás tres formas de utilizarla que te servirán de inspiración para que consigas que tu hijo o hija de más de 12 años desarrolle su sentido de la responsabilidad.
Pídele que re-decore su habitación
De esta forma, podrá imprimirle su estilo personal y probablemente se sienta responsable de guardar el orden y la limpieza para que todos puedan apreciar su talento como decorador.
Si
prestas atención a los adolescentes, te darás cuenta de que están muy
preocupados por causar buena impresión a los demás, bueno, a todo el mundo menos
a sus padres y hermanos, ¿no?
Pues bien, el objetivo de proponerle esta
actividad es darle la oportunidad de mostrar al mundo su verdadera personalidad,
imprimiéndola en el lugar más importante para él o ella: su habitación.
Por
favor, cuando haya concluido, no lo ridiculices y evita utilizar moralinas y
comentarios sarcásticos del tipo “¡a ver cuánto dura!”; ya que sólo conseguirás
echar por la borda todo el trabajo realizado.
Por el contrario, debes celebrar
con un almuerzo su hazaña, sacarle fotos a su cuarto y pedirle si puedes llamar
a sus tíos y abuelos para mostrarles su creación. Seguro que así lo motivas a
mantener su espacio personal en orden.
La técnica de la caja
Una estrategia que recomiendo mucho a las familias que tienen problemas para impedir que sus hijos invadan las zonas comunes de la casa, dejando tiradas piezas de ropa, restos de comida , libros o revistas, es la técnica de la caja. ¿Quieres saber en qué consiste?
Pues
simplemente, se trata de buscar una caja bien grande y colocarla en la zona en
la que tu hijo o hija pasa más tiempo después de en su cuarto.
Una vez que la
has emplazado, le explicas que vas a utilizar esta estrategia para ayudarle a
encontrar sus objetos personales con más facilidad, pero también para recordarle
la importancia de guardar el orden.
Para que la técnica de la caja funcione, lo que debes hacer es colocar cualquier cosa que esté fuera de su lugar y que sea obra de tu hijo o hija, en la caja. No importa que sean los restos de una manzana, una revista o su falda favorita: todo va a la caja.
Con esta técnica, lo que consigues dos objetivos principales: por un lado, que tu adolescente se de cuenta de la importancia que tiene el ser limpio y ordenado; y por otro evitar enfrentamientos innecesarios a causa de su falta de responsabilidad, ya que él o ella sabe que si no lo encuentra, está en la caja.
Una vez
más, te pido que trates de evitar emitir opiniones acerca de la conducta de tu
hijo o hija.
Si se le ha estropeado una camiseta por haber pasado más de tres
días en contacto con un batido de fresa, no aproveches la ocasión para decir
cosas como “eso es lo que pasa cuando no cuidas tus cosas”.
En lugar de eso,
ayúdalo a buscar en internet una forma de limpiar el batido de fresa de la ropa
y verás que no vuelve a hacerlo.
Otórgale protagonismo en sus estudios
Muchas
veces, escucho a padres quejarse de que sus hijos adolescentes no estudian a
pesar de que les hacen los resúmenes, le preguntan a los profesores qué materia
entra en los exámenes y siempre están “defendiendo” sus derechos como alumnos.
Estos padres no se dan cuenta de que el problema es que tienen a sus hijos
absolutamente anulados como alumnos y por eso: no se responsabilizan ante los
estudios.
Para cambiar esta situación, la mayoría de las familias, deciden dejar que el chico o chica “se estampe”, lo cual es, retirarle todos los apoyos de golpe. Lo curioso es que luego se extrañan al ver que la cosa va a peor. Pero entonces, ¿qué hacemos?
Pues lo ideal es que vayamos educando al adolescente a ir adquiriendo cada vez mayores cotas de responsabilidad, proporcionándole oportunidades para ser él o ella misma la que le pregunte a su profesor cómo va en clase, qué necesita practicar o pedirle consejo para afrontar el examen.
Una vez al mes, pediremos cita al profesor para acudir nosotros con nuestro hijo o hija. Para ello, le pediremos a él o ella, preparar la reunión con antelación y apoyaremos su postura frente al profesor, aunque si este puntualiza algo que sabemos que nuestro adolescente necesita mejorar, pediremos más información al respecto.
El
objetivo en este caso es demostrarle al adolescente que se le escapa alguna que
otra información importante y que puede contar con nosotros para guiarle hasta
que controle por si mismo esta situación.
Esto implica ser tolerante con los
errores y contemplarlos desde una perspectiva amplia, como parte del aprendizaje
de todo estudiante.
Estas
tres técnicas siempre me funcionan cuando las aplico con los adolescentes, es
más, normalmente me adoptan en seguida y luego me cuesta bastante que dejen la
terapia.
Esto es porque me ven como a una hermana mayor. Pues bien, por ahí van
los tiros familias: dejar que tu hijo te vea como a un adulto con más
experiencia que él, que es una persona además de ser su progenitor.
Por Jenny
Guerra Hernández
www.PsicopedagogiaenCasa.com