Las fiestas de fin de
año demandan una erogación extra si se cuentan regalos, salidas extra y además,
las dos cenas de navidad y fin de año.
Por eso, es bueno hacer
un presupuesto en donde se calcula el número de personas que van a ir a la cena
y la porción aproximada de lo que van a consumir. La idea claro está es respetar
ese presupuesto.
Del mismo modo hay que
aprovechar los productos de temporada y por ejemplo, ofrecer para picar frutas
de estación en lugar de las frutas secas.
Hay que revisar bien
los precios y las marcas a veces una segunda marca o marca blanca no significa
resignar calidad pero si representa ahorro.
Es recomendable comprar
cuanto antes todo lo que pueda congelarse, sobre la fecha, todo resulta más
caro. Las carnes y pescados pueden conservarse sin ningún problema y además
evitan el apurón de último momento.
Si la cena es
concurrida, no está mal pedir un plato a cada familia y organizar una suerte de
feria de platos.
No hay que dejar de
revisar las ofertas de todos los mercados para comparar, a veces hay diferencias
de un 20 por ciento. Ni que hablar de las promociones de bancos, tarjetas de
crédito o tarjetas de beneficios.
Los nutricionistas
sugieren platos que contengan verduras y complementos que reduzcan su precio y
aumenten su volumen como legumbres o semillas.
Utilizar la pirámide
nutricional para darte ideas sobre combinaciones es un excelente recurso que no
debe dejarse de lado.
En cuanto al tema de
las bebidas, hay que calcular quienes consumen alcohol y quienes no, bebidas
para acompañar la comida y algo distinto para la hora del brindis.
La planificación
presupuestaria y el análisis de precios permitirán pasar unas fiestas
maravillosas sin temer por el balance de egresos a fin de mes. Solamente es
cuestión de organizarse.