..dejar a nuestros hijos un legado invaluable y que será transmitido a las
futuras generaciones: el amarse y aceptarse a sí mismos, actitudes que los
ayudarán a estar centrados frente a la adversidad.
Como las
palmeras de Miami…
Recientemente asistí a un seminario sobre temas de educación. Como mamá de un
niño pequeño, (y también como profesora) me interesa muchísimo aprender sobre la
forma de educar a mi hijo. Personalmente, estoy convencida de que la autoestima
es el mejor regalo que puedo hacerme a mí misma y a mi hijo, y por eso a la hora
de elegir un sistema educativo también me gusta estar al tanto de los valores
que se transmiten desde la escuela.
La persona
que estaba a cargo del seminario dijo algo que capturó mi atención; ella hizo
una bella comparación sobre el sentido de educar con valores con las palmeras de
Miami…
Miami es
una zona que frecuentemente está expuesta a fuertes tormentas y tornados. Casi
todos hemos podido observar imágenes de las fuertísimas tempestades con vientos
terribles que azotan la región, arrasando a su paso edificios, arrastrando
coches y provocando una gran destrucción… pero hay algo que aún se mantiene en
pie: las palmeras. Movidas por el viento se agitan de un lado a otro, y reciben
enormes sacudidas. Pero al pasar el tornado, ellas permanecen firmes allí.
Nosotros
como mamás o papás, podemos educar a nuestros hijos de una manera tal, que
cuando sufran las embestidas de la vida, estén preparados para afrontarlas. Que
sean fuertes para resistirlas, pero a su vez flexibles como para poder adaptarse
a los cambios y no quebrarse, para que permanezcan centrados en medio de las
dificultades.
Las raíces
de la palmera que la mantienen fuertemente sujeta en el suelo, son como las
raíces de la autoestima: la auto-aceptación, el respeto y la auto-valoración. La
autoestima implica sentir y confiar en que uno es capaz de llevar el timón de su
vida.
Somos
espejos donde se miran nuestros hijos
Ahora bien
¿Cómo lo lograremos? Los niños aprenden por imitación, casi exclusivamente.
Nosotros, sus padres, somos espejos para ellos. Los niños pequeños son muy
buenos observadores de todo lo que sucede a su alrededor. A veces hacen algo y
luego giran su carita para ver a su mamá o papá como buscando aprobación o
desaprobación, y la respuesta que obtengan del adulto, esa es la "imagen" de sí
mismos que ellos están viendo en ese espejo, en ese momento en particular.
No tienen
otro espejo donde mirarse, somos su referente, hasta que ellos mismos
desarrollen su personalidad y sus propias comprensiones. Pero aún así, seguirán
latiendo en su interior las creencias, aquellas que recibieron de su entorno más
íntimo siendo niños. Por eso son tan importantes los primeros años de la vida,
desde la concepción hasta los 6 años especialmente.
La
autoestima se desarrolla a partir de la calidad de la relación que existe entre
nuestros hijos y las personas más importantes en el ambiente en que crecen.
Ellos captan como radares el estado emocional en una situación determinada,
observan las miradas, leen detrás de las palabras, en los gestos, el tono de la
voz y la postura corporal, y sacan conclusiones. A veces verdaderas, a veces
falsas, pero para ellos todas válidas.
Esas
conclusiones sean verdaderas o no, son las que irán formando las creencias sobre
sí mismos. Por eso no importa tanto lo que decimos, sino cómo lo decimos. Todo
lo que nosotros reflejamos a nuestros hijos será la base de la imagen que
tendrán sobre sí mismos.